SIN TÍTULO (Navia brilla de blancura)

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Navia brilla de blancura, de pureza, en la tarde soleada. Y proyecta, en las aguas verdes oscuras del río, lo inaudito, sombras claras… Las nubes, también blancas, con los campos y las montañas forman un acorde de transparencia y fluidez lumínica…

Navia, que es Asturias, no es sólo la consabida oscuridad bajo el emparrado de nubes plomizas ¡Ah, no!

Hay días, como el que se ve, donde el alma de sus residentes se expande y se eleva a regiones de lo etéreo y vuela hacia horizontes ilimitados, si fin…

En el centro de la villa, en lo alto, el campanil de la iglesia, gótico, parece un ciprés de armiño. Y que no proyecta sombras ni turbiedades. Al contrario, da luz. Por él, canalizadas, van hacia el cielo las plegarias de la gente noble y buena que pide a Dios lo que hay que pedir y Él, de buena gana, da. Resignación ante el dolor de la vida. Y la fe de que, siendo buenos, ha de alcanzarse lo que es justo que se alcance,

¡La gloria!  

SIN TÍTULO (El caracol y las lanchas)

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Así como el caracol, durante el invierno, vive acurrucado en los escondrijos de las paredes de las huertas, así esas lanchas pasan el letargo invernal en el puerto de Navia.

No se ha dejado ningún cabo suelto. Están sin vida, casi inmovilizadas. Si sube la marea, ellas suben. Si baja la marea, ellas bajan… En su interior hay frío, hay humedad. Hay óxido en los herrajes.

Están juntas, dijérase del brazo, como si fueran mujeres cuando van por la calle.

En la primavera los caracoles salen con sus cuernos orientados a ganarse la vida… Las lanchas también salen con su único cuerno que es frágil, sutil, de humo. Unos y otros han cogido vigor. Las lanchas hacen arar en el mar en esa labor de agricultura que deja una estela de ondas en forma de ángulo que, cada vez, se ensancha más.

SIN TÍTULO (La lancha varada)

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En la playa de Navia hubo, unos días, una lancha varada… Era vasca, de Bermeo. Tenía ojillos vivarachos, pero su nariz era alargada, como si fuera de un vasco de pura cepa. Que no otra cosa parece su tajamar… Y así se quedó, escorada, en el arenal. Hasta que vinieron las mareas de plenilunio…

La lancha vasca fue, durante el verano, una novedad para la gente playera. Se la tomó como un bicho raro que había que ver… Como ese cetáceo descomunal que viene, de los mares del norte, a morir, por lo que sea, a las playas del Cantábrico…

Se la ve inclinada, abatida y resignada ante la adversidad. Como esas fieras que van enjauladas en los circos y en los parques de recreo. No está en su elemento.

¡Ah, pero se recobrará! Cuando vuelva a flotar,- y ya ha vuelto – se mostrará orgullosa con la proa levantada como aquel que anda por la calle sin deber nada a nadie. Y echará por su chimenea un humo oscuro, negro, que se diluirá como azúcar en los aires. Y dejará por donde pase, una estela de espuma que se desvanecerá con la inmensidad del mar.

Sin título (Navia es campo)

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Navia es campo, sencillamente. Con sus prados, sus labrantíos. Según la época o según la estación, por los campos naviegos se ven trigales, nabales, maizales, patatales y, en fin, la biblia.

Todo da flores, todo da frutos. Y la continuidad está asegurada. Todo se reproduce.

Y, además en Navia, llueve y hace sol. El agua vivifica el paisaje. El sol lo entona, lo abrillanta, le da luz.

Y, si hace falta, aparece el arco iris que nos cubre y envuelve como un halo de santidad.

Todo ello nos da una idea aproximada de lo que puede ser

¡La gloria!

La camioneta de Sánchez

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Yo no sé si digo bien, o digo mal. Pero hay cosas, la verdad, que si no me inspiran cariño, despiertan mi admiración, que se le aproxima bastante. Muchas de las cosas que utilizo, que me rodean, me atraen fuertemente. Sin hablarme, me encuentro muy bien cerca de ellas. Me recrean y las recreo. No me sucede lo mismo con los hombres en general. Hay bastantes que me cansan, los encuentro impertinentes, me molestan. Responde ello, probablemente, a una manera de ser, de ver la vida… 

La Camioneta de Sánchez es una de esas cosas que me atraen, que me simpatizan. Y, como a mí, es posible que le ocurra a mucha gente. Es vehículo modesto, nada fachendoso, que se mueve casi a diario entre nosotros. Va de un lado para otro… Es algo vivo en nuestra tierra, entrañablemente unido a ella, donde parece que nació y se crió… 

Esta camioneta un día de mercado es un mundo cargado de humanidad llena de interés. Allí vamos, las mujeres y los hombres, cada uno con sus problemas, sus inquietudes, sus afanes… Gentes de diversa condición, todos a una, fundidos en la más cordial de las comunidades. Dentro se ven labradores, médicos, guardias civiles, abogados, alcaldes de barrio, procuradores, marineros, jueces, amas de casa, tratantes de esto y lo otro, sacerdotes, veterinarios, parejas de novios etc., etc. Y arriba, en la baca, sacos de cebollas, de repollos, patatas, pan, jamones, cestas nuevas, calderos relucientes embutidos unos en otros como si fueran barquillos… De todo. 

La gente que viaja en ella es, si así se puede decir, lo mejor de cada casa…No se da importancia ninguna, no presume. 

En el coche de línea es otro cantar. Allí se oye a ciertas gentes protestar del servicio y darse pisto de haber viajado en «colectivo», en «trolebús” y en «huahua» o en “esliping”. En la camioneta de Sánchez no ha lugar… si alguien lo hiciera no se le escucharía, no se le haría caso… ¡Bah! 

A la camioneta se le llama así y no es tal. Es un autocar confortable con todas las de la ley… No tiene letrero ninguno. No dice de donde viene ni a donde va. No lleva el nombre de su dueño. Nada y, sin embargo, la conocemos todos. 

Es capitán de esta «nave” Alfonso Sánchez, amigo mío y de todos, que vive en el Espin… De él ya he dicho en un periódico que es el hidalgo del volante de por acá. Lo repito. 

He hablado con Alfonso en la calle y en el café Martínez, de Navia.

– Dígame, Alfonso ¿cuándo comenzó su labor? 

– En el año 1955 con una Citroën de 25 asientos. Y para prestar servicios Navia-Vegadeo, los sábados, y Navia-Figueras, los miércoles, para acudir los viajeros, atravesando en lancha, a Ribadeo. 

– ¿Y la de ahora

– Fue comprada en Grado el año 1944 marca GMC. Tiene 21 caballos de fuerza, y de cabida de 28 a 30 plazas… Su matrícula VA-3478. 

– ¿Cuáles son los servicios que realiza? 

– Muchos. Además de los referidos a los mercados de Vegadeo y Ribadeo, a Oneta el 9 de Septiembre, el día antes a los Remedios de Porcía, el 10 del mismo mes a Trevias, feria anual, a Boal cada quince días, a la Atalaya de Puerto de Vega, verbenas, a la Braña el 15 de agosto, Navia-la Caridad el 29 de septiembre, San Miguel, a Villaoril el día antes, el 14 de septiembre al Cristo de Candás, a Santa Ana de Montarés, cerca de Cudillero, a Mondoñedo por San Lucas, el 18 de Octubre, a Santa Lucia de Anleo el 13 de diciembre, a Avilés por estudios, a Santiago de Compostela, a Covadonga… Y después, viajes que surgen, bodas, excursiones etc., etc. 

– ¿Y con las monjas de Navia también creo que sale? 

-Si, por cierto, con ellas y sus niñas hago viajes a Avilés, Gijón, Oviedo, Cangas del Narcea, playa de Peñarronda… 

Después del relato de tanto viaje yo realmente, me encuentro un poco mareado. Descansamos. Enciendo un pito, después de ofrecerle otro a Alfonso y pido un té. Alfonso no quiso tomar nada. Vuelvo a la carga. 

– ¿Cómo le fue con el coche durante la escasez de carburante? 

– Regular. Pero tuve que ponerle gasógeno. Fue por el año 45 y hasta el 46. Aquello era una lata. 

– ¿Y cuando la escasez de gomas? 

– Otro que tal. Esa penuria duró cinco años. Desde el 43 al 48.

– ¿Tuvo que interrumpir alguna vez el servicio? 

– Ya lo creo. Seis meses, durante el año 1948, por falta de gomas. 

– ¿Y cómo las consiguió?

– Con una tarjeta de Don Benito Castro. El me la ofreció.

– ¿Qué no conseguiría el bueno de Don Benito.

– Es verdad. 

– Una pregunta importante ¿Cuántos accidentes tuvo en tantos años y en tanto viaje? 

– En buena hora lo diga. Ninguno. Dios no me dejo nunca de su mano. 

– Lo creo. Pero también es cierto que Alfonso es un “volante” sensato y prudente. Tal como es preciso serlo para que Dios le ayude a uno. 

– Y de multas ¿qué? 

– He pagado alguna. Pero de poca monta.

– Alfonso, ¿usted tendrá muchos viajeros que le son fieles? 

– Y tantos. A la cabeza de todos está Don Ignacio Perillán.

– ¿Cuál es el más antiguo?

– Don Conrado Villar. 

– También es un caballero ¿Dígame algo curioso?

-Sí. Pues cuando paso por Cartavio tengo que tocar siempre la bocina. 

– Y ¿para qué

– Para que me oigan los señores de la familia de Castro. Si no toco, inmediatamente llaman por teléfono a Navia a ver si me pasó algo. Es por amistad y cariño.

– Sin duda. 

Ya está hecha la interviú, ya es acabada Hay que disculparme. Yo soy un periodista de poca altura. Mejor dicho, de cabotaje…

Parece que soy un hombre modesto. Pero no. Tengo mi orgullo. Oidlo:

¡Yo soy viajero en la camioneta de Sánchez!

Fecit patrie

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Señores: 

Vamos a decir alguna cosa con ribetes de filosofía. Vale la pena. Ya va cayendo algo pesado hablar tanto de mujeres… La consideración en que os tengo como colectividad por un lado, y el afecto como individualidades, por otro, me obligan a mucho. Gracias anticipadas por vuestra atención. 

La vida es una cosa seria. Y, para mí, como para vosotros, cada día me trae una sorpresa. 

Uno de los primeros días del pasado julio, no recuerdo bien cual, apareció por Navia una respetable familia en cierto modo inédita. Esa fue la sorpresa. 

Esa familia a la que aludo la preside y es jefe de ella el Excmo. Sr. Don Eduardo Vargas y otras yerbas… medicinales. Le trato de Excmo. porque es nuestro anfitrión. Nada de coba. Esto es una fórmula personal mía para expresar sincera gratitud. 

No hace muchas semanas, aquí mismo celebramos otro cumpleaños. El de su dignísima consorte. Entonces no comimos cebolla, pero lo parece. Siempre que se repite algo hay que hacer alusión a la cebolla. 

Esta familia vino a Navia con la sana intención de encontrar sol. Craso error. Todo el mundo se equivoca. Ellos han debido irse a Rusia, sacar pasaje en un “espuni”, y entonces sí que pudieran dar con un sol de rayos… 

Otro error notorio. El Excmo. Sr. ha venido a Navia, además, con la más pura intención de pescar.  Y no logró su objetivo. Claro. Utilizó la “Diana” para ello, cuando la realidad es que hasta los estudiantes de reválida de cuarto saben que la “Diana” es cazadora desde los más remotos tiempos mitológicos. 

Ta ta ta ta ta ta ta… 

Yo creo que la Diana es un ser imperfecto o, mejor, lisiado. Algo así como a esos seres que les faltan las piernas y van metidos en un carretón. Y, como sabéis piden limosna en Villaoril.

Ta ta ta ta ta ta…

Total que yo creo que a la “Diana” le faltan unos miembros llamados ruedas. Y, con ellas desempeñar un buen papel yéndose por los montes y los sembrados, llevando a Ramón el cabo como patrón y cazando perdices a la quebrada. 

He hablado de los errores. Ahora quisiera decir algo de los aciertos. El Excmo. Sr. Vargas es un sol ¡Cuidado! Al decir que es un sol, no quiero decir que sea redondo. Quiero decir que su cabeza despide los rayos suficientes para que así se crea.

La Sra. de Vargas también debe ser un sol. Al menos para su marido. Yo creo que este en sus tiempos de noviazgo se lo habrá dicho: Sol mío. Esto es lo que siempre se dicen los novios originales y conscientes del deber. No creo que el Excmo. Sr. Vargas haya faltado a lo decretado. 

En síntesis, que el matrimonio Vargas, por su unidad, es el sol mismo. Así no hay manera de encontrarlo. Todo se demuestra sabiendo que han proyectado sobre nosotros rayos de cordialidad y el intensísimo calor de su afecto.

Ta ta ta ta ta ta…

¡Tataratá!

El R. P. Emilio Martín S. I.

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En la Semana Santa última vino a Navia en misión religiosa el R. P. Emilio Martín S. I., que en ocho días, conquistó los corazones de todos los vecinos. Es un religioso virtuosísimo, trabajador inagotable y de una cultura muy poco común.

Esto sorprende porque, además, el R. P. es joven. Al llegar a Navia, en aquella ocasión, desplegó una doble actuación. La religiosa, que atiende con competencia y exacta puntualidad. Y otra, de tipo cultural, pudiéramos decir.

Vive este R. P. en Salamanca, y es profesor de Literatura y Arte en Colegio de San Estanislao, de la Orden a que pertenece. Vive pues en esa Salamanca que tanta tradición cultural, y a quien llamaban los antiguos la “Atenas castellana”. Y Unamuno, el angustiado Unamuno, por la gran cantidad de iglesias que tiene, “soto de torres».

En esa Semana Santa, en horas libres de su sagrado ministerio, nos hablaba de literatura y, sobre todo, de Arte. En el Colegio de las Hermanas Dominicas dio una conferencia, con proyecciones, sobre Arte Antiguo. Tuvo un gran éxito.

En el tiempo transcurrido desde la Semana Santa hasta ahora no tuvo cortados los hilos del afecto. Nos escribió algunas cartas. Siempre rebosantes de amor a Asturias y a Navia.

Pues bien, el R. P. Emilio Martin S. I. está de nuevo con nosotros. Vino a predicar el novenario de la Inmaculada Concepción. Lo hizo en oraciones magistrales. El tema tratado es hondo y delicado. Puso las excelsitudes de la Virgen María como ejemplo que debe imitar en todo la mujer.

El R. P., además de lo que hemos dicho, es un teólogo y un poeta. Es un verdadero artista. La alianza de la más fervorosa unción religiosa con la poesía da los mejores frutos en el púlpito. La Iglesia de Navia estuvo, en este novenario, excepcionalmente concurrida.

Pero no fue sólo esto. El R.P. Emilio Martin S.I nos dio varias conferencias sobre Arte, con admirables y numerosas proyecciones en color. Cinco, en total. Dos en el salón de sesiones del Ayuntamiento y tres en el cine Campoamor. Y siempre con los locales repletos de oyentes. Los temas tratados fueron: La Virgen María en la Pintura, Paris, Versalles, Pintura Holandesa y Pintores modernos. En todo caso, partía el R. P. del conocimiento directo de los temas que trataba. Ha pasado largas temporadas en Roma y otras poblaciones italianas, en Holanda y en Francia, especialmente en Paris.

Quiero aprovechar esta oportunidad para reproducir unas palabras de S. S. el Papa Pio XII acerca del Arte y la Religión dichas con ocasión de una visita que le hizo un grupo de artistas. Vale la pena. Dijo S. S.: “El Pontífice Romano, heredero de cultura universal, nunca dejó de alabar el arte y de rodearse de sus obras y hacerlo colaborador suyo dentro de los debidos límites de su misión divina, conservando y alabando su destino, que como es conducir el espíritu a Dios. Hay entre Arte y Religión una afinidad intrínseca. La función de cualquier arte consiste, en efecto, en romper el recinto angosto y angustioso en que se halla el hombre y abrir su espíritu al arte. El hombre está mejor preparado cuanto más santo es para hablar el lenguaje del arte y entender sus armonías y transmitir sus anhelos. De tal modo, los maestros del Arte cristiano se convirtieron en intérpretes no solo de la belleza, sino también de la bondad de Dios, valedor y redentor. Maravilloso intercambio de servicio entre el Cristianismo y el Arte. De la Fe sacaron la sublime inspiración. A la Fe condujeron a las almas cuando durante siglos comunicaron y difundieron las verdades contenidas en los libros santos, verdades inaccesibles, por lo menos directamente, para el pueblo humilde. Con razón fueron llamadas biblias del pueblo las obras maestras del Arte. Ellas comunican su íntimo sentido y su emoción con una eficacia, un lirismo y un ardor que tal vez no tiene las más fervorosas predicaciones.”

Esto dijo S. S. el Papa.

Navia ha vivido, pues, gracias al R. P. Emilio Martin S. I. una semana cargada de honda espiritualidad. Religión y Arte. Todo tratado con los más depurados conceptos y con las más sana emoción humana.

Sin título (Muelle de Navia)

Inédito

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Una niebla espesa, gris plomo, envolvía el ambiente.

Suenan las poleas de una grúa, que carga – en una lancha – y descarga – en el muelle – arena traída de la playa. Se siente como un roce, el paleo de los hombres en la arena.

Pasa por el puente embragando y desembragando un camión cargado.

Las aguas de la dársena se mueven suavemente. Hay en algunas partes, sobre ellas, manchas aceitosas. Las lanchas y los botes están todos atados a los muelles por largos cabos.

Anochece. Alguna luz comienza a alumbrar. Los hilos del teléfono se disuelven en la bruma.

No está frío ni caliente.

Está así.

San Roque

Programas y folletos

Publicado en: Programa de las Fiestas de San Roque. Agosto-1963

El barrio de San Roque, de Navia, está llamado a los más altos destinos. Esto ya es seguro.

Por todo.

Este barrio crece y se multiplica. Cumple el precepto bíblico, sencillamente.

El que da una vuelta por San Roque se siente envuelto en un ambiente confortador y subyugante. Y cuando no, sorprendente.

El santo, en su humilde templo, lo gobierna todo. El inspira el genio de los hombres para que hagan casas. El estimula a la gente joven para que se instruya y sea buena. El hace que la tierra de las huertas sea fecunda y de los mejores frutos. Y él procura que las flores de los campos sean más hermosas y tengan los colores más vivos.

Todo lo que pasa por San Roque se contagia. Y adquiere un aire de frescura y novedad. Los hombres se hacen más ecuánimes, es decir, menos tontos.

¿Y las mujeres? ¡Ah! Ellas adquieren una mayor belleza y una especial donosura. Y si no lo son ya, se hacen un poquitín soñadoras….

¡Palabra!

Ya lo dije, el barrio de San Roque está llamado a los grandes destinos.

Sela

Nuestro barrio

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 13-8-1961, pág. 13.

Si yo dijera que el barrio de San Roque, de Navia, es un barrio alegre, no diría la verdad. La razón de que no lo sea para mi es clara. En San Roque se ama mucho. Y el amor, nadie lo ignora, lleva aparejado mucho dolor.

Yo, hace años, en la más pura de las inocencias, di un paseo por estas alturas naviegas. No quiero entrar en detalles. Pero lo cierto es que aquí, tuve que quedarme. Y aquí vivo.

En este barrio hay un “algo”, que flota en el ambiente, que se conoce más por sus efectos que por sus causas. Y este “algo” nos obliga a vivir en permanente estado de enamoramiento. Este es el resultado de mis experiencias. No me es posible dejar de amar. Amo más cada día. Pero todo, lo que Dios da, los árboles, los pájaros, las flores, las piedras…. Y, cuando llueve, amo también las pozas que se forman en la carretera de la estación. Y en las que se mira, por la noche, la luna, como si fueran espejos para hacerse su tocado.

Hay algunas mujeres solteras en Navia, con edad de reglamento, que si vivieran en nuestro barrio, o se dieran por él una vueltecilla de vez en cuando, otro gallo les cantaría… En el supuesto, claro, de que tengan ganas de casarse. Pero esta necesidad, por cierto, a mí, no me consta. Sin embargo, el amor es un deporte en que, el que más o el que menos, quiere llegar a la meta. Aunque después haya más de cuatro que les pese… Pero la vida es así.

Ahora, como ocurrió en los últimos años, se celebra la fiesta del barrio. La de San Roque. Habrá misa, habrá orquesta, habrá de todo… Pero en definitiva, para los efectos del amor, yo quiero advertir a la gente que este barrio es de cuidado. Ya lo dije, aquí hay un “algo”.

Yo, a pesar de los pesares siento una admiración tremenda por este lugar. Pero no sé expresarla con claridad. Mis palabras son torpes. Más parecen estar hechas con rugosidades de hachazos que con, lisuras de garlopa. Y no escarmiento, no dejo de escribir. Yo no soy el “ser” que tropieza dos veces en la misma piedra. Me paso la vida tropezando. Pero ¡qué se le va a hacer!

Acabaré diciendo, como dijo un cura y poeta: Góngora

Muda, la admiración habla 
callando

Sela