San Roque

Programas y folletos

Publicado en: Programa de las Fiestas de San Roque. Agosto-1963

El barrio de San Roque, de Navia, está llamado a los más altos destinos. Esto ya es seguro.

Por todo.

Este barrio crece y se multiplica. Cumple el precepto bíblico, sencillamente.

El que da una vuelta por San Roque se siente envuelto en un ambiente confortador y subyugante. Y cuando no, sorprendente.

El santo, en su humilde templo, lo gobierna todo. El inspira el genio de los hombres para que hagan casas. El estimula a la gente joven para que se instruya y sea buena. El hace que la tierra de las huertas sea fecunda y de los mejores frutos. Y él procura que las flores de los campos sean más hermosas y tengan los colores más vivos.

Todo lo que pasa por San Roque se contagia. Y adquiere un aire de frescura y novedad. Los hombres se hacen más ecuánimes, es decir, menos tontos.

¿Y las mujeres? ¡Ah! Ellas adquieren una mayor belleza y una especial donosura. Y si no lo son ya, se hacen un poquitín soñadoras….

¡Palabra!

Ya lo dije, el barrio de San Roque está llamado a los grandes destinos.

Sela

Nuestro barrio

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 13-8-1961, pág. 13.

Si yo dijera que el barrio de San Roque, de Navia, es un barrio alegre, no diría la verdad. La razón de que no lo sea para mi es clara. En San Roque se ama mucho. Y el amor, nadie lo ignora, lleva aparejado mucho dolor.

Yo, hace años, en la más pura de las inocencias, di un paseo por estas alturas naviegas. No quiero entrar en detalles. Pero lo cierto es que aquí, tuve que quedarme. Y aquí vivo.

En este barrio hay un “algo”, que flota en el ambiente, que se conoce más por sus efectos que por sus causas. Y este “algo” nos obliga a vivir en permanente estado de enamoramiento. Este es el resultado de mis experiencias. No me es posible dejar de amar. Amo más cada día. Pero todo, lo que Dios da, los árboles, los pájaros, las flores, las piedras…. Y, cuando llueve, amo también las pozas que se forman en la carretera de la estación. Y en las que se mira, por la noche, la luna, como si fueran espejos para hacerse su tocado.

Hay algunas mujeres solteras en Navia, con edad de reglamento, que si vivieran en nuestro barrio, o se dieran por él una vueltecilla de vez en cuando, otro gallo les cantaría… En el supuesto, claro, de que tengan ganas de casarse. Pero esta necesidad, por cierto, a mí, no me consta. Sin embargo, el amor es un deporte en que, el que más o el que menos, quiere llegar a la meta. Aunque después haya más de cuatro que les pese… Pero la vida es así.

Ahora, como ocurrió en los últimos años, se celebra la fiesta del barrio. La de San Roque. Habrá misa, habrá orquesta, habrá de todo… Pero en definitiva, para los efectos del amor, yo quiero advertir a la gente que este barrio es de cuidado. Ya lo dije, aquí hay un “algo”.

Yo, a pesar de los pesares siento una admiración tremenda por este lugar. Pero no sé expresarla con claridad. Mis palabras son torpes. Más parecen estar hechas con rugosidades de hachazos que con, lisuras de garlopa. Y no escarmiento, no dejo de escribir. Yo no soy el “ser” que tropieza dos veces en la misma piedra. Me paso la vida tropezando. Pero ¡qué se le va a hacer!

Acabaré diciendo, como dijo un cura y poeta: Góngora

Muda, la admiración habla 
callando

Sela

San Roque

Programas y folletos

Publicado en: Programa de las Fiestas de San Roque. Agosto-1960

El barrio de San Roque, de Navia, es un barrio algo que tal, distinguido. Y no, en principio, por razón de las personas que en él vivimos. No.

Es distinguido por su flora y por su fauna.

Su flora está dominada por el manzano, el espino blanco y el laurel. Su fauna, por el mirlo y el jilguero.

El mirlo, con su levita negrísima, como si fuera un tenor de ópera, desde las ramas elevadas de los árboles, en primavera y verano, nos tiene a todos pendientes de sus admirables cantos.

Los jilgueros, con sus vistosos colores y su vuelo saltarín, andan de aquí para allá, en grupos de cinco o seis, en quinteto o sexteto, exhalando las más delicadas melodías. Van desde el espino al manzano y desde éste al laurel en sus rondas con luz de día.

A éste, al jilguero, un poeta, Quevedo, le llamó flor, y dijo

Flor que cantas, flor que vuelas,
y tienes por facistol
el laurel, ¿para qué al sol
con tan sonoras cautelas
le madrugas y desvelas?
digasme,
dulce jilguero, ¿por qué?

Toda esta «gente», mirlos y jilgueros, que con nosotros convive, influye indudablemente en el carácter de las personas. Todos más o menos, tenemos algo de pajarito. Nos gusta volar, si no con el cuerpo, al menos con el alma.

Nos gusta, además, la Naturaleza a rabiar, los amaneceres claros y luminosos, los árboles, las florecillas que hay a los lados de los caminos. Y tenemos la ilusión de una vida mejor, más grata.

Una vez al año, tal día como hoy, en honor de San Roque, el santo del perrito, los vecinos de este barrio formamos un concierto de hermandad y de alegría.

Y, en tan solemne ocasión, convocamos a nuestros amigos de las cercanías a que vengan a vernos y a confraternizar en el baile y en el canto.

Y, en definitiva, en una alegría total.

Sela

Nuestra fiesta

Programas y folletos

Publicado en: Programa de las Fiestas de San Roque. 2-8-1959; De vuelta del Eo (1960).

Hace tiempo que lo he notado.

Los pueblos de alcurnia, con hondas raíces metidas en el pasado, tienen generalmente dos partes: La alta y la baja. Sólo dos pueblos citaré, los más importantes en la historia de la civilización. Atenas y París:

La parte alta de Atenas se llama la Acrópolis. Lo de París, Montmartre. En Montmartre está el templo del Sagrado Corazón, en lo cristiano, y todo lo demás. En la Acrópolis ateniense el Partenón, en lo pagano, y lo que le cuelga.

Esto porte alta de los pueblos es lo más significativo, la que les da nombre ante el mundo. Es, en definitiva, lo privilegiado ante los ojos de la Divinidad. Los barrios altos viven en las nubes o, si se prefiere, las nubes viven en ellos. Y están, además, un poquitín más cerco del cielo…

Navia como los pueblos grandes, tiene también su parte alta y su parte baja. La alta es el barrio de San Roque. Desde donde se ve y domina todo. Y en él está, por otra parte, la capilla del santo. En lo espiritual, como cristianos, los vecinos nos agrupamos en su torno.

No de ahora, de antiguo, Son Roque, el santo de Montpellier, con su perro, nos preside. Él marca la pauta…

Por todo lo dicho, se comprende que los vecinos de este barrio seamos un poco soñadores. Somos hormigas en lo estrictamente indispensable para ir tirando. Por lo demás, tenemos mucho de cigarras.

Cantaremos mejor o peor, pero cantamos.

Ahora vamos a hacer fiesta porque nuestro natural nos inclina a derramar alegría. Es lo que queremos dar…

Esto que el lector amable tiene en las manos es una invitación. Una cordial invitación.

Y con palabras elevadas salidas del corazón, pero inevitablemente metalizadas por el moderno altavoz, en nombre del barrio os digo: Venid.

¡Os tocaremos la gaita!

Sela