Fecit patrie

Inédito

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Señores: 

Vamos a decir alguna cosa con ribetes de filosofía. Vale la pena. Ya va cayendo algo pesado hablar tanto de mujeres… La consideración en que os tengo como colectividad por un lado, y el afecto como individualidades, por otro, me obligan a mucho. Gracias anticipadas por vuestra atención. 

La vida es una cosa seria. Y, para mí, como para vosotros, cada día me trae una sorpresa. 

Uno de los primeros días del pasado julio, no recuerdo bien cual, apareció por Navia una respetable familia en cierto modo inédita. Esa fue la sorpresa. 

Esa familia a la que aludo la preside y es jefe de ella el Excmo. Sr. Don Eduardo Vargas y otras yerbas… medicinales. Le trato de Excmo. porque es nuestro anfitrión. Nada de coba. Esto es una fórmula personal mía para expresar sincera gratitud. 

No hace muchas semanas, aquí mismo celebramos otro cumpleaños. El de su dignísima consorte. Entonces no comimos cebolla, pero lo parece. Siempre que se repite algo hay que hacer alusión a la cebolla. 

Esta familia vino a Navia con la sana intención de encontrar sol. Craso error. Todo el mundo se equivoca. Ellos han debido irse a Rusia, sacar pasaje en un “espuni”, y entonces sí que pudieran dar con un sol de rayos… 

Otro error notorio. El Excmo. Sr. ha venido a Navia, además, con la más pura intención de pescar.  Y no logró su objetivo. Claro. Utilizó la “Diana” para ello, cuando la realidad es que hasta los estudiantes de reválida de cuarto saben que la “Diana” es cazadora desde los más remotos tiempos mitológicos. 

Ta ta ta ta ta ta ta… 

Yo creo que la Diana es un ser imperfecto o, mejor, lisiado. Algo así como a esos seres que les faltan las piernas y van metidos en un carretón. Y, como sabéis piden limosna en Villaoril.

Ta ta ta ta ta ta…

Total que yo creo que a la “Diana” le faltan unos miembros llamados ruedas. Y, con ellas desempeñar un buen papel yéndose por los montes y los sembrados, llevando a Ramón el cabo como patrón y cazando perdices a la quebrada. 

He hablado de los errores. Ahora quisiera decir algo de los aciertos. El Excmo. Sr. Vargas es un sol ¡Cuidado! Al decir que es un sol, no quiero decir que sea redondo. Quiero decir que su cabeza despide los rayos suficientes para que así se crea.

La Sra. de Vargas también debe ser un sol. Al menos para su marido. Yo creo que este en sus tiempos de noviazgo se lo habrá dicho: Sol mío. Esto es lo que siempre se dicen los novios originales y conscientes del deber. No creo que el Excmo. Sr. Vargas haya faltado a lo decretado. 

En síntesis, que el matrimonio Vargas, por su unidad, es el sol mismo. Así no hay manera de encontrarlo. Todo se demuestra sabiendo que han proyectado sobre nosotros rayos de cordialidad y el intensísimo calor de su afecto.

Ta ta ta ta ta ta…

¡Tataratá!

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