SIN TÍTULO (Los botes)

Inédito

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En la dársena del puerto de Navia hay embarcaciones fondeadas.

Se ve alguna, gasolinera (a motor). Pero las más son botes.

El bote siempre tuvo para mí un gran valor simbólico. El bote es la vida…

Para ir en uno y andar por la otra… hay que remar.

Todo tiene que ser a pulso. Hay que sudar…

Pero… dejemos de filosofías de quincalla. La verdad es que esos botes, cada uno, tienen su vela blanca… Y el viento por ella, lo empuja y lo mueve.

SIN TÍTULO (El caracol y las lanchas)

Inédito

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Así como el caracol, durante el invierno, vive acurrucado en los escondrijos de las paredes de las huertas, así esas lanchas pasan el letargo invernal en el puerto de Navia.

No se ha dejado ningún cabo suelto. Están sin vida, casi inmovilizadas. Si sube la marea, ellas suben. Si baja la marea, ellas bajan… En su interior hay frío, hay humedad. Hay óxido en los herrajes.

Están juntas, dijérase del brazo, como si fueran mujeres cuando van por la calle.

En la primavera los caracoles salen con sus cuernos orientados a ganarse la vida… Las lanchas también salen con su único cuerno que es frágil, sutil, de humo. Unos y otros han cogido vigor. Las lanchas hacen arar en el mar en esa labor de agricultura que deja una estela de ondas en forma de ángulo que, cada vez, se ensancha más.