SIN TÍTULO (La lancha varada)

Inédito

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En la playa de Navia hubo, unos días, una lancha varada… Era vasca, de Bermeo. Tenía ojillos vivarachos, pero su nariz era alargada, como si fuera de un vasco de pura cepa. Que no otra cosa parece su tajamar… Y así se quedó, escorada, en el arenal. Hasta que vinieron las mareas de plenilunio…

La lancha vasca fue, durante el verano, una novedad para la gente playera. Se la tomó como un bicho raro que había que ver… Como ese cetáceo descomunal que viene, de los mares del norte, a morir, por lo que sea, a las playas del Cantábrico…

Se la ve inclinada, abatida y resignada ante la adversidad. Como esas fieras que van enjauladas en los circos y en los parques de recreo. No está en su elemento.

¡Ah, pero se recobrará! Cuando vuelva a flotar,- y ya ha vuelto – se mostrará orgullosa con la proa levantada como aquel que anda por la calle sin deber nada a nadie. Y echará por su chimenea un humo oscuro, negro, que se diluirá como azúcar en los aires. Y dejará por donde pase, una estela de espuma que se desvanecerá con la inmensidad del mar.

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