Los Campamentos. De Andés baja el amor.

De vuelta del Eo, Eco de Luarca, Programas y folletos

Publicado en: Eco de Luarca. 29-9-1957; De vuelta del Eo (1960); Revista del Descenso 2003.
Leído por: La Voz de Occidente-Radio Luarca el 21-9-1957.

En un barrio de Andés, El Aspra, hay una casa, una casona más bien, que yo, realmente, no sé de quién es. Desde hace años, durante los veranos, la ocupan unos mozos que vienen de todos los puntos de España y que, en ella, se concentran en un albergue de comunidad estudiosa.

En torno a esa casa hay verdes de prados y de pinares. Y pasan por allí, haciendo conmoverse a los árboles, aires frescos del mar Cantábrico. Dentro de la casona, los tales mozos, pasan el día dedicados a las labores intelectuales. Pero al cabo de la jornada, al atardecer, tienen dos horas, dos horitas, de descanso y libertad. En ese tiempo bajan a la villa, a Navia. Y entonces hacen lo que suele hacer la gente joven: decir lo que se siente…

El amor viene de Andés…

Hacia las ocho de la tarde bajan en riada lo que las gentes de Navia llamamos campamentos.

Los campamentos no son unos currutacos, ni unos pisaverdes. No pueden serlo. Sus vestiduras son tan simples, tan sencillas y tan iguales que no hay manera de que se distingan unos de otros. Un jersey azul, un pantalón blanco y unas botas de lona lo cubren todo.

De Andés viene el amor…

Cuando el sol se va ocultando, algodonosas nubes celan al rey de la luz. Hay en las tardes, a esas horas, una apacibilidad y un sosiego que sólo se ven turbados, en algún momento, por el piar de pájaros que van y vienen.

De los campamentos no hay nada que decir… de malo. A través de los años se ha comprobado que en las lides de amor huyen limpiamente de la trampa burda y ordinariota. Es el suyo un galanteo refinado, de buena ley. Hay elegancia en las formas, y en las intenciones. Lo mejor.

Las mujeres de Navia, las nuevas, saben todo esto de memoria. Y la acogida que dan a los campamentos, cada año, es cordial, efusiva.

Cordialidad de amor…

Flota en el aire de Navia, en el estío, un calorcillo de alegría que se vaporiza y desvanece como el humo de un pitillo de tabaco rubio. Hay, se intuye, un fluir de emociones que salen de ilusionados corazones primerizos.

Yo creo que Cupido hace “camping” en un prado de las cercanías de Navia. Y prepara los elementos y hace lo posible para que no falten esas emociones.

Ya se han ido este año los campamentos. Pero antes de salir, cada año y cada turno, en las primeras horas de la madrugada, recorren las calles de la villa con cantos de ronda. La luna brilla o no brilla. Depende. Pero en todo caso hay rasgueo de guitarra en el relente de la noche.

Y allí, ante cualquier casa donde vive una mujer guapa, hacen estación.

– Es a mí. A mí me cantan – piensan y dicen ellas en ese primer sueño que se quiebra con músicas de amor que vuela…

El amor en ese momento viene de Andés, es cierto. Pero anuncia que se va… con la música a otra parte.

¡Tristeza de adiós! ¡Tristeza de amor!

Pero un buen día retorna ¡Siempre vuelve el amor!

Navia, al concluir el verano, se queda un poco desolada y triste. Pero queda en algunas bocas un paladeo de regusto como si fuera de un bombón que se acaba.

El otoño, sin embargo, viene enseguida. Y trae sus amarillos, sus ocres y sus azules limpios y puros. Obra como un bálsamo que cura y suaviza las heridas donde las haya. Las hace restañar.

El otoño es la estación que, por lo menos, a todos distrae y entretiene. Vienen de Villaoril las castañas ensartadas en hilos como cuentas de rosario. Y los maizales se desnudan y se ríen, y nos enseñan sus bigotes y sus dientes de oro…

Pero las lluvias, primero, y los fríos, después, nos obligan a recogernos en nuestros hogares. Y se ve que en los amaneceres salen, por las chimeneas de las casas, humos negruzcos y espesos, pero tranquilos.

En ese recogimiento íntimo evocamos los buenos momentos del pasado. En el alma de muchas mujercitas quedan todavía huellas de un verano que se fue. Y piensan: – ¿Qué pasó? ¿Qué era aquello, Dios mío?

Lo diré, pero no con palabras mías. Con palabras de un poeta, de Bécquer:

 Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;
oigo flotando en ondas de armonía
rumor de besos y batir de alas
mis párpados se cierran ¿Que sucede ?
¡Es el amor, que pasa!

Se nos viene a ver

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 30-6-1957

Los tiempos cambian, evolucionan. Ya no vivimos – me refiero a la zona occidental asturiana – en un rincón de España. Vivimos en España, sencillamente.

El automóvil, el teléfono, la radio, el cine… nos han incorporado en todo a la unidad de España que, cada día, es más apretada.

Estas tierras vivieron siempre en una situación casi ignorada para el mundo. Nadie venía por aquí a dar una vuelta y, si a alguien se le ocurría, era por pura necesidad.

No hace falta ser muy viejo para recordar, como símbolo de los tiempos, el carromato de Santaclara, del que tiraban doce o quince mulas…

Siempre estuvimos a mucha distancia de las capitales. Cien Km a Lugo, por un lado. Y, por otro, a la misma distancia, de Oviedo. La distancia, hoy por supuesto, es la misma, pero la rapidez de los vehículos nos da la sensación de ser menos. Las carreteras antes eran malas y los medios de transporte escasos y deficientes.

Por consecuencia de este aislamiento nuestros hoteles y nuestras fondas vivían en constante penuria. No había solución.

Hoy ya no. Luarca, Navia, La Caridad, Tapia, Castropol, Vegadeo, Ribadeo – incluyo a Ribadeo en esta zona, aun siendo Galicia, por su colindancia – tienen alojamientos, cada uno según su categoría, muy dignos de recibir a la gente.

Hay restaurantes, cafés, donde el transeúnte, el turista, puede reponer sus fuerzas como en cualquier parte. Hay un verdadero progreso en el aseo de los establecimientos.

Esto se eleva sensiblemente. Cada día se va a más y mejor. En Ribadeo se está construyendo un parador de Turismo del Estado, al borde de la ría del Eo, cara a Asturias. En Tapia también se va a poner la primera piedra de otro. Este, debido a la iniciativa y al esfuerzo de decididos tapiegos.

El ornato y embellecimiento de los pueblos ha ganado mucho. En pavimentos, en jardinería, en luz…

Hoy las carreteras están bien. La general, sobre todo. Hay medios de transporte rápidos y frecuentes.

Todos los pueblos en el verano se llenan. Gentes de Madrid y de otras capitales españolas vienen aquí. Y en los últimos años, también vienen franceses que conviven con nosotros en franca cordialidad. Y de otros países.

Vivimos en una zona donde, si se trabaja, se vive. Quiero decir que la tierra da: Hay para dar y para tener. Las maderas y los ganados han dado un gran empuje a la economía.

El pino, el vacuno…

El agricultor va modernizándose. La segadora mecánica, los maíces híbridos… Es de lamentar que el ferrocarril El Ferrol del Caudillo – Gijón siga durmiéndose en sus laureles. Lo que fue ilusión de nuestros abuelos hace cerca de cien años no va a ser realidad cuando nuestros nietos sean hombres. Está hecho lo de más costo: los puentes, los terraplenes y los desmontes. Y las tierras que fueron expropiadas están dando tojos, helechos y zarzas…

El carácter de sus gentes

Hacia la ría del Eo, Programas y folletos

Publicado en: Folleto turístico, Navia. Agosto-1956; Hacia la ría del Eo (1957)

Quizá sea fácil, después de poco trato, conocer el carácter de un individuo. Pero es indudable que el problema se dificulta mucho cuando se trata de precisar el de una colectividad o pueblo. En este caso hay que averiguar qué es lo que domina, si la gente buena o la mala. Determinar este predominio supone algún conocimiento filosófico o de sociología y haber viajado mucho. Como yo no me encuentro en este caso es claro que, al hablar de esto me encuentro metido en un brete. En general, el carácter de un pueblo se muestra al visitante según la situación de su bolsillo. Si lleva dinero en él, los pueblos son, normalmente, acogedores… Y si no, suelen mostrársele hoscos y duros. Esto es una verdad como un templo.

Es cierto que, con frecuencia, en los cafés o en los coches de línea, se oyen juicios sobre las bondades de los pueblos. Pero de esto que le dicen a uno no hay que fiarse mucho. Un juicio adverso puede estar motivado por circunstancias personalísimas. O, al revés, un juicio halagüeño.

Uno habla de un pueblo según le fue…o le va en él.

No se puede olvidar. También hay que tener en cuenta el carácter del que juzga. Hay quien quiere, al visitar un pueblo, que le dejen en paz, que no le den la lata. Y hay quien quiere que le den cháchara en cada esquina. A alguien, al preguntar por una calle, le gusta que le saquen el sombrero y lo lleven de la mano Y, por el contrario, hay a quien no le interesa esto, ni pregunta por calle ninguna.

A primera vista parece que yo me encuentro en muy buenas condiciones para apreciar el carácter de las gentes de Navia. Pero no creo que sea cierto. Si bien no soy nativo y, por tanto, debo verme libre de la pasión cegadora, por otra parte tampoco soy forastero, ya que, por mi residencia aquí, hace años que he dejado de serlo.

Yo he sido, en la juventud arrogante, visitante de Navia en días solemnes. Y siempre me dio, para pasarlo bien, buena acogida y trato cordial. Y por esta razón Navia siempre me tiró… Y a mis paisanos los de las riberas del Eo, les ocurre otro tanto.

Hoy, casi no hace falta decirlo, Navia se halla a la altura de los pueblos más adelantados.

Esta villa es comercial e industrial. Pero por tener mar y río también es veraniega. En estas calendas, por algo será, se ocupa toda. No queda una habitación vacía. Y esto, indirectamente, también quiere decir algo en favor de su vecindario.

En resumen, después de exponer las anteriores ideas deshilachadas creo que el carácter de las gentes de Navia es

¡Bastante bueno!

En Navia montó su estudio (veraniego) Álvaro Delgado

La Nueva España

Publicado en: La Nueva España. 7-10-1955

(En él recibió la noticia de haber obtenido el gran premio de la Bienal del Mediterráneo)

En la calle Campoamor, barrio de San Roque de Navia hay una casa bastante vieja que perteneció a una familia de cierta alcurnia en la villa. Tiene en el primer piso, una habitación amplia rematada en galería que da a una huerta hacia el mediodía. Y por el sur, un par de ventanas desde las cuales se ve el mar, la ría, un poco de Mohías y algo de Andés.

En esta casa, concretamente en esta habitación amplia y acogedora asentó sus reales, su estudio, un pintor madrileño y, por supuesto, español, Álvaro Delgado. El local le fue cedido gentilmente por su actual dueño, Carlos Álvarez de Miñagón (Boal) y residente durante años en Buenos Aires.

En tal estudio trabajó este verano – desde el 13 de julio – este laureado pintor. Y en él además, con su esposa Mercedes y su único hijo Alvarito, recibió e hizo tertulia con muchos amigos y admiradores navienses. Mercedes, mujer vasca, sencilla y serena, tuvo siempre a punto para los amigos, el “amarretaco” que cada hora exigía.

Álvaro cayó muy bien en Navia. Supo, luego de su llegada, hacerse grato y llevarse la gente de calle. No tanto por ser artista sino por las cualidades humanas y de simpatía que le adornan. Y es muy joven, apenas treinta y tres años. Pero ya es un señor pintor.

En principio Delgado pensaba veranear, es decir, descansar, o pintar algo por pura distracción. Pero no sucedió así. En el tiempo transcurrido desde su llegada lleva hechos una media docena de oleos, ocho o diez retratos al carbón, grandes y más de cuarenta acuarelas. Y sigue pintando. No se ha ido todavía.

Desde su venida Delgado hizo muy buenas migas con don Justo Álvarez, un señor de Trelles muy picasiano. Este tiene una motocicleta en regular estado. Sobre ella, los dos, se han recorrido todo el occidente astur de ceca a la meca, buscando el paisaje sugerente que mereciera ser pintado. Rincones y vistas de Castropol, Figueras, Viavélez, Ortiguera, Puerto de Vega, Luarca, etcétera, etcétera, están recogidos en límpidas acuarelas. Navia, sin embargo, mereció sus preferencias. En lienzo y en papel quedó reflejada más en espíritu que en cuerpo. Álvaro Delgado no pinta fárragos, pinta quintaesencias.

La junta directiva de la Biblioteca Carlos Peláez, de la villa, dándose cuenta de la calidad excepcional del visitante y para que todo el pueblo pudiera conocer tan refinadas y valiosas obras de arte, invitó a Delgado a hacer una exposición en sus locales. Y él, amablemente, con gran contento accedió a ello.

Cuando la exposición estaba ya casi instalada, se recibió en Navia un telegrama de Egipto. Era del representante del Gobierno español. En él se le decía a Álvaro que en competencia con pintores de excepcional valía de otros países, había obtenido el gran premio de la Bienal de Arte Mediterráneo, que se está celebrando en Alejandría. La noticia que, por otra parte, publicó la prensa nacional, fue recibida con gran satisfacción por el vecindario. Y Álvaro con indudable emoción, pero sin perder el sentido, siguió colgando los cuadros para que los vieran las gentes de Navia y sus contornos.

El domingo día 2 del corriente, a las once y media de la mañana, se abrió la exposición, con gran asistencia de visitantes. Por la tarde, a las seis, don Pedro Penzol, muy conocido en Asturias como experto en arte, dio, en el local de la exposición, una conferencia muy documentada y amenísima sobre “Pintura moderna”. Partiendo del impresionismo nacido en La Escuela de Barbizon, estudió los dos rumbos pictóricos que allí se iniciaron. Por un lado, los preocupados por la forma: Cézanne, Picasso. Y de otro, los afanosos en resaltar el color: Renoir, Dufy. Después de extenderse en sutiles análisis, termina afirmando que Álvaro Delgado tomó de las dos direcciones lo mejor y de más calidad artística. La concurrencia, muy distinguida, de Navia, Luarca, Castropol y otros puntos, lo oyó con mucho respeto y, a su final, le premió con muchos aplausos.

Álvaro Delgado es, en el plano nacional e internacional, un pintor con una personalidad ya hecha, madura, a pesar de su juventud. No es porque, como españoles, lo creamos con pasión patriótica. Pues no. Nos lo han dicho hace un año, desde La Habana, los jurados de la Bienal Hispanoamericana al darle un premio considerable. Nos lo dicen ahora, desde Egipto, al darle el galardón tan codiciado que antes referimos. A su edad es difícil encontrar en la historia de la pintura española casos parecidos. Se pueden mencionar sin que nadie crea que acudimos a la hipérbole, Fortuny y Rosales.

Y, claro está, a Velázquez, que en plena juventud llegó a ser pintor de cámara. Lo sería ya hoy día Álvaro Delgado si hubiera reyes y princesas. Pero no hay.

A no ser que se crea lo que dijo Cervantes: Que en su casa, cada mujer puede considerarse princesa…

Así, sí. ¡Ya hace tiempo que lo es!

ALEJANDRO SELA

Navia de gala

Eco de Luarca, Hacia la ría del Eo

Publicado en: Eco de Luarca. 14-8-1955; Hacia la ría del Eo (1957)

Navia es una villa asturiana que linda al norte con el mar Cantábrico… Al sur con las Aceñas, al este con la Colorada y al oeste con el Espín.

Dentro de este recinto se halla un núcleo urbano que, como en todos los pueblos de tradición, tiene dos partes: la antigua y la nueva. La antigua se encuentra en lo alto, a modo de castillo roquero. Y la nueva, al nivel del mar, de la ría, y se extiende desde Buenavista hasta Olga y el Pardo.

Navia, en otros tiempos, tenía sólo una puerta de entrada: La Puerta de la Villa. Se conserva este nombre en el lugar donde estaba, por puro recuerdo. Pero hoy, realmente, no tiene puerta ninguna. Se entra en Navia por carreteras abiertas.

En el centro del pueblo, en la parte baja, al lado de la ría del Navia, hay un hermoso parque, últimamente remozado. Y en medio de éste un poeta que vive, con su broncínea figura sentada, en la gloria. Llamo gloria al vivir cotidiano rodeado de niños, de flores, de árboles y de pájaros. ¡Quien fuera poeta para tener en el Más Allá una paz así! Sí. Los pájaros son amigos de Campoamor. Se puede ver con frecuencia a los jilgueros, sobre los hombros del poeta con una pajita atravesada en el pico, descansando, si están preparando su nido, o más tarde, en la época de la crianza, con una libélula moribunda para saciar el apetito de tantas bocas que se abren a un tiempo, bocas que si no piden pan, piden insectos.

Al lado de la villa, separado por el puente, está el Espín. El Espín no pertenece a Navia ni en lo administrativo, ni en lo religioso. Pero ¡qué más da! Sus habitantes viven con el cuerpo en un lado y el espíritu en el otro. Navia y el Espín son como una pareja de novios. Navia es ella, y el Espín él. Como los novios tienen sus “querellas”. Pero lo cierto es que, cada día, no pueden vivir el uno sin el otro. Eso es. Viven en una perpetua reconciliación que es, probablemente la forma ideal de amar.

Navia, en tiempos que los mayores recuerdan, aparte de las actividades que daban la vida, fue un pueblo de artistas. La música era el arte noble cultivado por su vecindario con verdadera pasión. En cada casa siempre había alguien que tocaba algo…

Da no sé qué ver hoy las fotografías de bandas de música que hubo en Navia a fines del siglo pasado y comienzos del que corre ¡Qué gente! Caras graves, serias, bigotudas y cuerpos con rigidez castrense ante el atril que sostenía el papel pautado. Botas de botón y, sobre ellas, el pantalón redondo, sin raya. Más arriba, las chaquetas cruzadas con botones dorados. Y, por último, sobre las cabezas, las gorras de plato con la lira simbólica sobre la visera. ¡Qué seriedad y que hermosura! Oírlos ¡daría genio!

Pues bien, en este pueblo tan concisamente descrito y evocado, va a haber fiestas. Las de siempre, las de agosto, las que se cobijan bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Barca.

Navia trae este año una banda de música de caballeros soldados. Magníficos músicos. De lo mejor. Ellos darán, a ratos, los conciertos del caso para la gente sesuda. Y, alternando, tocarán los pasodobles más sandungueros y castizos para la otra gente, la de tronío. Los instrumentos curvilíneos y relucientes reflejarán como espejos la concurrencia que, en torno suyo, busca a la vida un poco de alegría y otro poco de emoción.

Y también se ofrecerán a los visitantes, la más esplendorosa variedad de fuegos de pólvora, que se dispararán en los juncales, al otro lado de la ría, para que ésta preste su límpido espejo y se de al espectáculo el mayor encanto.

Los cabezudos saldrán por las calles con frecuencia de bailoteo. La caravana seguidora la formarán niñeras con albos delantales y los niños de los colegios de párvulos que están de vacaciones.

Globos balanceantes saldrán de Navia hacia el cielo pregonando a sus habitantes – que son los ángeles – la alegría y el jolgorio que se disfruta en estos lares.

Un día se dedicará a festejar y honrar a América. Habrá desfile de carrozas, exhibiciones de trajes típicos y un verdadero derroche de rosas y claveles.

Y otro día; el último para rematar, lo incomparable de siempre: La jira al Cubo. Y cucañas, carreras de esto y lo otro, tómbolas, tiovivos, barracas, etcétera.

Chele, el sin par Chele, después de un cursillo de estudio de dos meses por las verbenas de Madrid, orquestará todos los festejos para lograr el mejor éxito.

Una vez más Chele pondrá al servicio de su Navia lo mejor que tiene. Su corazón.

Por estas fechas es costumbre hacer un llamamiento, no angustioso, pero sí cordial, al forastero. Sí. Ese ser misterioso, innominado, al que todos los pueblos, cuando hay fiestas, llaman Forastero, en nombre de Navia te llamo: Ven… Te habla un experimentado. Yo también he sido forastero de Navia. Hice caso a los que, en ocasión parecida, me llamaron. Y vine. Pero yo además de venir ¡me he quedado!

Salutación a un fresno

Hacia la ría del Eo, LAR

Publicado en: Folleto divulgativo. Navia 1955; LAR. Agosto-1955; Hacia la ría del Eo (1957)

Folleto Fresno de las Aceñas. 1955

No temas, fresno de las Aceñas. He de cantarte. No hay más remedio. Soy humilde, lo sé. Pero ¡que importa! Los hombres valen más por lo que no se ve, que por lo que está a la vista. Y entre lo que no se ve, está el corazón.

Con él en la mano, voy a decirte algo.

No sé exactamente cuándo empezó la cosa. Hace años, de seguro. En un instante o en varios instantes diluidos, no sé cómo, me di cuenta de que estaba penetrado de una indudable atracción hacia ti. Algo había en mi alma dormido que se despertó al recuerdo de tu imagen. Y desde entonces vives un poco en mí. Y creo que tienes raíces, no solo en la tierra, sino también en mi espíritu. Algo nos une. No lo dudes.

Lo que siento hacia ti ¿es simpatía? ¿es admiración? ¿es amor? No sé nada. Mejor dicho, si lo sé. Es, las tres cosas. Unas veces en conjunto, a un tiempo, y otras aisladamente. Depende.

Nada espero de ti y… ¿Qué es esto? ¿Será posible? Pues sí, yo creo que es posible… el amor. Tu porte, tus ramajes, la coloración de tus finas hojas, pueden despertar una pasión. Ya lo creo.

Siendo así, no solo te admiro a ti, sino que también me admiro, al mismo tiempo, a mí mismo. El saber que yo puedo amarte solamente por ser bueno, sin que me mueva interés alguno, me deja un poco asombrado. Es estupendo.

Oh, fresno de las Aceñas ¡qué suerte!

Y aunque no me lo digas, me está pareciendo una cosa ¿Sabes qué? Que tú también a mi me amas. Sí, sí, créemelo. Y, además, en tu inmovilidad a mi presencia, me hablas. Te entiendo. Tú también eres un ser vivo, también sufres. Y basta. Ya lo dijo un poeta:

“…voz tiene en el silencio el sentimiento”. 

Ahí estás, ahí te veo, al borde de la ría de Navia, a dos pasos de la carretera. Aislado, solo. Ahí naciste y ahí vas a morir…

Quizá vivas bien. El lugar es entretenido. El paisaje que dominas es, sin duda, muy bello. No te quejes, no. Claro que en tu vida habrá alegría y tristezas. ¿Y en qué ser viviente no las hay?

Acuarela del Fresno de las Aceñas (1955), de Álvaro Delgado

Sufrirás lo tuyo. Los vendavales otoñales te sacudirán de lo lindo y con harto dolor te dejarán herido al arrebatarte furiosamente alguna de tus ramas más queridas… Y no solo eso, el mismo otoño te desnuda y te quita el manto verdeamarillo que la primavera te había dado, y te quedas, para sufrir el invierno, en los puros huesos. Es así.

En el verano es otra cosa ¡Cómo vibran de emoción, fresno de las Aceñas, tus delicadas hojas cuando sientes las risas frescas y cristalinas de las mujeres de Navia que van, en bote, las tardes soleadas, a recrear su espíritu hacia la Isla, o a la vega de Coaña, o a las riberas de Porto!

¡Y qué me dices de los amaneceres con que la Naturaleza te regala cada día! Los rayos del sol después de remontar las cumbres de Panondres, hacia ti van para acariciarte y embellecerte ¡Caen sobre tu follaje como una bendición del cielo!

Oh, fresno de las Aceñas. Eres serio y discreto. Así lo pienso. No eres un narciso. Supongo que a pesar de pasar por tu lado las aguas tersas y limpias del Navia no le das mucha importancia al espejo que se te ofrece para mirarte. En ti, la tonta vanidad no existe ¡Quiá!

A. Sela y el Fresno

La sombra que ofreces con tu fronda no creo que la aproveche nadie. Los enamorados no te hacen mucho caso. No les sirves. Tienes la copa muy alta.

Tampoco es posible que se acomoden a tus plantas, para cobijarse alguna noche, los gitanos. En la ladera en que te asientas, no puede sostenerse de pie un carromato. Si te ves privado de estas glorias, no es para desesperarse. No te aflijas. En tu vida también hay compensaciones.

Fíjate. En tu altura sobre el rio estás ahí como emperador en tribuna. Ante ti desfilan tus vasallos o, mejor tus soldados. Me refiero a los salmones que, todas las primaveras, pasan ante ti marcando el paso hacia las alturas del rio, donde realizan lo más noble de su destino: la freza. Pues bien, si el salmón es considerado como el rey de los peces y al pasar te rinde honores, es claro que tú eres emperador de reyes. ¡Y eso sí que es un carguito!

Ya me voy, me despido. Una vez más te significo mi admiración o, como dije, mi amor. Ante ti me descubro, saco la boina y te saludo ¡Buenos días!

Leído esto, me doy cuenta de que no expreso cabalmente lo que siento. No hay palabras para expresar con rigor los sentimientos hondos. También lo dijo Quevedo:

“Cuando de corazón se quiere, solo con el corazón
se habla” 

El Asilo de Santa Rita y San Francisco de Navia

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 26-6-1955

NAVIA INAUGURARÁ EN FECHA PRÓXIMA EL ASILO DE SANTA RITA Y SAN FRANCISCO

(LO FUNDÓ DOÑA RITA VILARET SARDÓ. EL EDIFICIO TIENE CAPACIDAD PARA VEINTE ASILADOS)

Navia, desde ahora, cuenta con una admirable institución caritativa. Se trata del asilo de Santa Rita y San Francisco, fundado por doña Rita Vilaret Sardó.

El edificio que cobija está institución, construido expresamente, se halla situado en el Barrio de San Francisco de esta villa.

Concluidas últimamente las obras y próxima la puesta en funcionamiento de esta fundación, al Patronato que la rige, se cree en el deber de dar a conocer su existencia. El edificio tiene una capacidad inicial para da alojamiento gratuito a veinte asilados, que sean vecinos del concejo de Navia y siendo posible, también del de Boal

El Patronato está animado de la mejor voluntad para que esta institución cumpla sus fines de la forma más holgada que sea posible, satisfaciendo así los deseos de la generosa donante y en servicio de los posibles necesitados.

Por ello este patronato interesa la colaboración de todos los nativos y amantes de la villa de Navia, ausentes o presentes para el mejor éxito de la obra. Es nuestro deseo respetar el capital fundacional para que sea en todo caso, fuente de renta. Y solicitar para la completa instalación de mobiliario y utillaje, la asistencia económica de todos aquellos que puedan ver con simpatía esta obra. Y en especial, para la mayor suntuosidad y decoro de la capilla que forma parte del Asilo, ornamentos sagrados de todas clases.

Aquellos en quienes encuentre eco este llamamiento, pueden dirigirse al Patronato, el cual tiene abierta a estos fines, una cuenta en el Banco Asturiano de Navia.

El órgano de representación del Asilo está formado por las siguientes personas: Presidente: don Ramón Rodríguez (Párroco); Vocales: Don José Fernández Rodríguez (Alcalde de Navia), don Alejandro Sela (Juez Comarcal), don Jesús Fernández Jardón (industrial), don Carlos Ocampo (Médico).