Apicultura

Las Riberas del Eo

Publicado en: Las Riberas del Eo. 23-5-1959 y 2

Ya me ocurrió varias veces. Pero hace tiempo. Y en el estío, en la fuerza del calor.

Se me ha preguntado.

-¿Vio usted, por casualidad, pasar por aquí un enjambre?

Y yo lo había visto pasar o no.

Ocurre que los enjambres, en ocasiones, se escapan volando de la colmena. Por dos razones. Por reproducción. O por incomodidad.

En este último caso el escape es  total. El enjambre con todas sus unidades se va a la ventura. A otro colmenar. O a fijar su residencia en la copo de un árbol.

 Cuando es por reproducción, el fenómeno se explica así: La abeja reina ha tenido una hija privilegiada, que podemos llamar princesa. Y que quiere ser, a su vez reina. Y como en la colmena hay mucho personal, en torno a ella se agrupan una parte de obreras y zánganos y se van… Con todo el equipo.

Cuando el enjambre se posa en un árbol, como su vuelo no es lejano, el dueño va a por él. Lo recoge. De este modo. Pone la colmena muy cercana al enjambre. Y lo tapa todo con una sábana blanca. Después manipula humos, quemando paja, para que las abejas no se salgan de la cobertura. Y espera una, dos horas… y ya está.

El enjambre recogido en la colmena, se lleva a donde sea.

Según nos dicen los libros, la familia de un enjambre se compone: De una abeja reina, que es grande, patriarcal y hermosa. De un número indefinido de abejas obreras. Y también de un crecido número de abejas zánganos.

Los zánganos, en su existencia, no hacen nada. Comen y se dan buena vida. De ellos, uno, sin que se sepa cual, quizá el más valiente, tiene un elevado destino. Conquistar a la reina. Y lo hará en vuelo. A la luz del sol. Después se dice muere. Su triunfo lo paga caro.

Las obreras son las abejas que vemos en la calle, es decir, en nuestros huertos y en nuestros jardines. En la primavera y en el verano nos topamos con ellas por cualquier lado. Y, a fuerza de verlas a diario no les damos importancia. Pero ellas a nosotros tampoco nos la dan. Van a lo suyo. Recoger néctar, ese jugo azucarado que tienen casi todas las flores. Y con el que después, en la comunidad  de la colmena, harán su miel.

La obrera es la cenicienta de todo el enjambre. Hija de reina no será madre de nadie. Los zánganos ni las miran, pican muy alto. Todos sueñan con prodigar su atención y sus ternuras a la reina.

¡Pobre obrera! Para ella no hay amor. Nada. Ni por equivocación

Es hija de reina y de zángano. Por su madre pertenece a una noble estirpe. Sin embargo, por la de su padre no debe darse importancia ninguna…

De sol a sol, la obrera, en los días buenos, se va por el mundo. Y, como dije, la encontramos en todas partes. Va, en su labor callada, de flor en flor…

En esta tierra asturiana nuestra, había antes muchas más abejas que hay ahora. Poco a poco los colmenares se ven menguados. No hay interés en las gentes.

En la costa, en las proximidades del mar, la abeja tiene poco que hacer, vive mal. Pero no sucede así en las montañas y en los valles que hay entre ellas.

Aún hoy se ven colmenares por los montes, resguardados del norte, cara al sol en su poniente y en su mediodía. Esos colmenares están formados por colmenas que en muchos sitios se llaman “trovos” que es un trozo de árbol horadado.

En algunos puntos el colmenar está en una ladera protegida por una pared circular. Entonces se llaman “cortines”.

Hay una creencia tradicional. No se ha perdido, A los “cortines” se les llama con frecuencia “cortines de rey”. Se dice que fueron constituidos esos colmenares por el rey mismo, o por su mandato, para acreditar su dominio sobre el suelo nacional, o si se quiere su soberanía.

Bosquejo histórico de la Agricultura

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 3-5-1959, pág. 7; (Cuartillas leídas por ALEJANDRO SELA a los alumnos del primer curso del Instituto Laboral de Navia con ocasión de la Fiesta del Libro)

Hagamos historia. Nada más natural que el que estudia agricultura y ganadería conozca la historia de una y de otra. ¿Cómo se llegó a los sistemas de cultivo que hoy tienen los agricultores? ¿Por qué se cuida y explota la ganadería?

Hablemos de esto un poco. Demos unas pinceladas sobre estos temas. En unos minutos, no vamos a enseñar nada. Solamente pretendemos excitar la curiosidad a pensar. Más adelante, a través de los cursos del Bachillerato Laboral, con estudio, se irán viendo las cosas más claras. Con el ejercicio de la inteligencia y con la madurez de la edad, se irá poniendo en claro la solución de estos problemas. Pero, hay que ir lentamente familiarizándose con los asuntos. Hablemos pues, de lo nuestro, de la agricultura. 

La agricultura es tan vieja como la Humanidad. En el Génesis ya se habla de que Adán y sus sucesores eran, a su modo, agricultores y pastores. En Asia está, según la historia, la cuna de la agricultura. Y en Asia salió a flote la civilización. Por un lado se extendieron los conocimientos agrícolas hacia China y el Japón. Y por otro, desde Asia, pasaron los conocimientos de la agricultura a Egipto. La feracidad de las orillas del Nilo atrajo a los labradores. Desde Egipto, como mancha de aceite, se extendieron esos conocimientos a Grecia y Roma. Grecia y Roma fueron, en la antigüedad, pueblos muy cultos. En todas las ramas del saber. De ahí pasaron los conocimientos agrícolas al resto de Europa, y claro está, a España.

El principio el cultivo casi puede decirse que no existía. El hombre se aprovechaba de los frutos que la naturaleza daba buenamente. Mejor dicho, la mujer hacía la recolección, como si dijéramos. El hombre, entretanto, cazaba y pescaba. Era preciso, allegar todos los recursos alimenticios indispensables para poder vivir.

Poco a poco, a través de los siglos, la Tierra se iba poblando. Había cada vez más gente, se comía más, aumentaban las necesidades. El ser humano tuvo que ingeniárselas para sacar de la tierra más Productos. Entonces apareció lo que verdaderamente llamaremos cultivo. Se descubrió que había unas plantas muy alimenticias, muy ricas en fuentes de energía vital, que sembrándolas daban resultado. Aparecieron los cereales, el trigo, el centeno, la avena. Se vio que esos granos machacados, molidos y cocidos, alimentaban. No hace falta que lo diga, apareció el pan. El pan ha sido y es el alimento fundamental del hombre. Pero…, ya lo sabéis, no sólo de pan vive el hombre. Había que proseguir la conquista de la naturaleza. Había que buscar más plantas aprovechables. La civilización avanzaba…

Los fenicios, lo sabemos todos, eran comerciantes. La agricultura no les interesaba. Andaban los más, embarcados por el Mediterráneo, vendiendo y cambiando los productos que otros pueblos producían.

Los cartagineses, por ejemplo, tuvieron en gran estima la agricultura. A Magón, un cartaginés, le llamó Columela, “el padre agricultura”. Magón escribió cuarenta libros sobre la ciencia agrícola. Hesíodo celebra la agricultura como “el secreto de la felicidad”. En la época de Alejandro Magno, se escribe poesía sobre la agricultura. O sea, que la agricultura era muy considerada. En Roma, Virgilio, en sus Geórgicas, poetizó también el cultivo de los campos.

Dediquemos unas palabras a Virgilio. Virgilio era de un pueblo italiano llamado Andes. Nació setenta años antes de Jesucristo y murió diecinueve antes de ese nacimiento. Vivió pues, cincuenta y un años. Virgilio era un hombre muy inteligente y estudioso. Empezó estudiando gramática y matemáticas en Milán. Siguió adquiriendo conocimientos. Su padre le dejó en herencia una granja, es decir, un caserío. Y se dedicó a cultivar la tierra. Y a observar. Hacía estudios para obtener cada año mejores cosechas. Y como sabía escribir con arte, anotó en las Geórgicas lo que aprendía. En las Geórgicas habla del cultivo de la tierra, del cuidado de los árboles, sobre todo de la vid, que era entonces, una gran riqueza, y de la agricultura y de la ganadería y, por último, de la apicultura, es decir, del cuidado de las abejas que producían la miel el azúcar de entonces. Las Geórgicas y otros libros de Virgilio, como las Bucólicas y la Eneida todavía hoy después de dos mil años se leen. Son libros hechos por un sabio poeta y agricultor.

Demos un salto a la historia. Avancemos mil quinientos años. En el siglo XV, en España, en Talavera de la Reina, nació otro escritor de agricultura, Gabriel Alonso de Herrera. Fue Sacerdote y Capellán del Cardenal Cisneros. Os dais cuenta de que estamos hablando de los tiempos de los Reyes Católicos. Ese Sacerdote, Herrera, escribió un libro muy importante titulado Agricultura General. En este libro recogió lo que se sabía de agricultura entonces en España. Fue un libro muy leído por los que querían saber cosas.

Abandonemos este terreno de los tratadistas antiguos. Hubo muchos, sin duda menos importantes.

Volvamos a recoger el hilo de la historia. Hablaba yo antes, de los primeros tiempos de la agricultura. Hablaba de cartagineses, griegos y romanos. Pues bien, en esos primeros tiempos de la agricultura, el hombre se fue dando cuenta de que necesitaba herramientas para trabajar la tierra. Primero eran herramientas hechas de piedra y de madera, y después de bronce y de hierro, según se iban descubriendo esos duros metales. Aparece el hacha, la azada, el rastrillo, el arado, y esos instrumentos sencillos que todos conocemos y que se ven hoy en todas las casas de los labradores.

Separémonos un poco. Digamos algunas palabras acerca del instrumento más importante de la agricultura. Me refiero al arado. Todavía se ve en los campos asturianos el arado romano que, como sabemos, es de madera. Tiene un palo central por el cual tira la yunta, el timón, una reja de hierro, y dos agarraderas, para llevarlo derecho en el trabajo. Este arado de madera, con pequeñas variantes, trabajó la tierra por lo menos treinta siglos. Hoy desde el siglo diez y nueve, el siglo pasado, ese arado romano se va arrinconando. Se ha inventado, después de grandes estudios, el arado de vertedera, todo de hierro. Ese arado que vemos en los campos cuando vamos de paseo, que ya tienen todos los agricultores. Recordadlo. La vertedera, esa pieza curvada que voltea la tierra hizo una revolución en los cultivos, aumentó enormemente la producción del campo. Recordadlo, repito, algún día os explicarán esto con detalle.

Otra máquina importante: La trilladora. En los tiempos antiguos, se separaba el trigo de la paja, pisando las espigas con caballerías. Después, hasta hace poco, golpeándolas con palos. Ya veis, el trabajo que hoy en una hora hace una trilladora, se tardaba antes varios días en realizarlo. Recordad la trilladora.

Tenemos que hacer un zig-zag en la historia. Volvemos a los primeros tiempos. En principio el hombre se dio cuenta de que las tierras no daban las mismas cosechas todos los años. El cultivo las empobrecía. El ser humano se dio cuenta, a su vez, de que había que alimentarla. Aparecieron los abonos. El primer conocimiento se tuvo del abono natural el estiércol. Todos sabemos lo que es. Más adelante aparecieron los guanos. Los guanos productos de excrementos de aves y las aves mismas podridas, aparecieron primero en las costas americanas del Pacífico. Islas de Chile y Perú. Muy importante. Después se descubren minas de abono, como el Nitrato de Chile, por ejemplo. Más cercano, en el siglo XIX los descubrimientos científicos dieron lugar a la aparición de los abonos químicos: Superfosfato de cal, Sulfato amónico, Potasa, etc., etc.

No olvidemos que estamos en un Instituto de Modalidad Agrícola Ganadera. En estos primeros tiempos de que tanto hablo, agricultura y ganadería se unieron. La agricultura necesitaba de la ganadería para que le diera abono, es decir, estiércoles, y animales que tiraran del arado y de los carros de transporte. Los animales se sostenían con lo que sobraba de los frutos que aprovechaba el hombre. Paja de cereales, forrajes, hierbas. Los animales daban también frutos alimenticios al hombre: Leche, carne, etc., etc.

 Mencionemos un hecho histórico notable que influyó en los destinos de la agricultura. El Descubrimiento de América. Colón y sus ayudantes españoles descubrieron un Nuevo Mundo. De allí trajeron semillas de patatas y maíz, por ejemplo. El tubérculo y ese cereal no se conocían en Europa. Piénsese por un momento nada más hasta qué punto ese hecho histórico repercutió en la economía asturiana. La patata y el maíz como todos vemos son fundamentales en nuestra agricultura. Por otra parte la cala de azúcar es la principal riqueza agrícola de la Isla de Cuba. Pues bien, la caña de azúcar se llevó de Andalucía de España, a América.

En fin, ahora situémonos en el siglo XIX. Este siglo merced al desarrollo de las ciencias aplicadas es el siglo de la verdadera revolución de la agricultura. La Química sobre todo dio un empuje enorme a la producción del campo. Y la mecánica aplicada también. Algún día os dirán con detalle vuestros maestros el porqué de esto. Paciencia.

En este siglo se empieza a estudiar la agricultura como profesión científica. Se crean los cuerpos de Ingenieros Agrónomos y Peritos Agrícolas como estudiosos del campo y de sus realizaciones prácticas. El cuerpo de Veterinarios como técnicos de la Patología y la Zootecnia. Se crea además en las Universidades la carrera de Ciencias Naturales donde se forman lo que pudiéramos llamar técnicos de laboratorio.

Bueno. Ahora estamos a mediados del siglo XIX. El Estado Español desde hace veinte años, creó docenas de Institutos Laborales en los pueblos del territorio nacional o permitió su creación a la iniciativa privada. Estoy hablando a alumnos de un Instituto. El Gobierno español prevee las necesidades de la sociedad futura. El campo español necesita producir más y el agricultor debe saber aplicar los conocimientos científicos con método y sistema. Es preciso laborar con sentido no sólo por las necesidades presentes sino también por las futuras previsibles. A vosotros estudiantes laborales se os encomienda una misión trascendente para vuestro destino individual y de la familia del campo español.

Y ahora a estudiar, señores. Suerte.

Prados 2 (continuación)

El Aldeano

Publicado en: El Aldeano. 15-1-1933

Donde se emplea suficiente estiércol bien complementado con abonos minerales no hay peligro ninguno de que disminuya la fertilidad del terreno, sino todo lo contrario, y grandes beneficios se obtendrán del racional empleo de la cal donde sea preciso o de abonos que la contengan en forma útil. Porque hay que tener en cuenta una cosa, que la cal no obra solamente como abono, es decir, aportando el calcio como alimento a las plantas, sino también como enmienda que acelera la descomposición de las materias orgánicas y aumenta, por consiguiente, la movilización de otros elementos nutritivos. Desgraciadamente, en la actualidad, el labrador local desconoce tanto de prado como de labradíos, de aquí la gran dificultad para el empleo adecuado de los abonos minerales.

Los abonos que ahora se emplean, no se aplican en condiciones adecuadas, por su buen aprovechamiento.

El estiércol enterizo empleado en cobertera no lo aprovechan los prados si no en escasa proporción a pesar de suministrárselo en abundancia. Es debido ello, principalmente, a que nuestros prados están en su mayoría en declive, situación que favorece grandemente el arrastre de las esencias del estiércol por las aguas de lluvia, ya que éste permanece varios meses sin entrar al prado. El viento, por otra parte, contribuye también a eliminar esas esencias, volatilizándolas. Así es frecuente ver en época de siega, trozos de estiércol que a pesar de los meses transcurridos, no ha podido todavía “curtirse”.

Fácilmente se ve que no queremos con esto negar la importancia que el estiércol de cuadra tiene como alimento de las plantas, puesto que tiende a ser un abono absoluto (llámase así al que contiene todos los elementos necesarios a la alimentación de las plantas, en proporciones tales que adicionados a un terreno estéril da lugar al completo desarrollo de los vegetales que en él se cultiven) si no para demostrar la gran ventaja que se obtendría empleando compuestos, abonos mixtos, o sea los que resultan de la mezcla de materias orgánicas y minerales de todas clases. En esto de “todas clases” queremos admitir, por ahora, solamente los abonos minerales de que antes hemos hablado: la potasa, el ácido fosfórico, el nitrógeno y la cal. El ácido fosfórico ya adquirió en estas tierras carta de naturaleza en forma de superfosfatos, y todo labrador depositó en él su confianza por haber dado motivo para ello, y eso sin olvidar que su empleo no obedece a razonamiento alguno científico; la cal, aunque en pequeña proporción, se emplea unida al anterior formando el superfosfato de cal; la misma razón que hay para adoptar estos dos elementos no puede negarse a los otros dos, máxime sabiendo que está muy experimentado y visto el buen resultado de esos cuatro elementos en el cultivo que tratamos. Por otra parte, restringiendo el empleo del estiércol en el prado quedaría para las tierras de labradío, en donde es asimilado en mucha mayor proporción.

No queremos terminar esto sin hablar de algo muy importante para los cultivos pratenses y que aquí se desconoce o, mejor dicho, no se practica. Nos referimos a los cuidados culturales.

Aumenta mucho el rendimiento de un prado el removerlo de tiempo en tiempo. Los que por aquí existen, de 20 o más años, muchos de ellos, no han sido objeto de labor alguna en todo su vida, siendo la práctica de estos cuidados algunas veces, tan importante como el abonado. Antes de las heladas fuertes, durante el otoño y principios de invierno, debe gradarse enérgicamente a los prados. Esta labor lleva anejos muchas ventajas: nivela y hace desaparecer las toperas, reparte uniformemente las deyecciones sólidas esparcidas por el suelo, permite una buena aireación del terreno y una mejor penetración de las lluvias cuando no vengan abundantes. Algunas veces y sobre todo en prados viejos, se observa fácilmente entre la hierba y el suelo una especie de capa formada por hierba muerta; esta capa, que no alcanza la guadaña sino el ganado cuando pasta, permanece indefinıdamente en el terreno y dificulta mucho la entrada de los abonos. Con la labor de grada a la que antes nos referimos puede desaparecer bastante bien esa capa, aunque a veces, por ser ya muy vieja y estar muy tupida es preciso recurrir al «escarificador» o el «regenerador de prados», aparatos que hacen una labor muy práctica.

En fines de invierno es muy conveniente, si ello es posible, un pase de rodillo, que apretando el suelo, favorece el desarrollo de los tréboles y leguminosas en general.

ALEJANDRO SELA

Prados 1

El Aldeano

Publicado en: El Aldeano. 30-12-1932

Teniendo en cuenta la enorme importancia que en esta región tienen los prados como complemento de la ganadería y al misino tiempo la oportunidad de la fecha, nos decidimos a hacer hoy unas ligeras consideraciones sobre su mejora y aprovechamiento. .

Antes de nada conviene que nos cimentemos en citas de maestros del campo, de hombres que consagraron su existencia a las investigaciones agronómicas, para que nuestras aseveraciones adquieran mayor solidez. “He visto arruinarse muchos labradores por tener tierras en exceso. Todavía ninguno por disponer de muchos prados” decía Gasparín; otro autor famoso escribía: “¿Quieres trigo? Pues establece prados”; y por último un adagio dice: “La pradera es la madre de todos los campos”.

Si nosotros aprovechamos la circunstancia de encontrarnos en condiciones plenamente favorables de clima y configuración del terreno, así como fácil mercado para los ganados, que es por donde, en definitiva, se saca el producto, esas manifestaciones se refuerzan mucho más.

Además, los prados aun los atendidos perfectamente, exigen menos gasto y trabajo que cualquier otro cultivo, y esta misma economía de capital y mano de obra, permitirá cuidar más ampliamente los otros cultivos. A esto tenemos que añadır que terrenos impropios para otra clase de producciones, dan buenos rendimientos de prado, y daríanlos mejores, si se les atendiera con miras a superar.

No hace muchos años que el labrador de esta comarca se decidió a dejar tierras para cultivar prados, viéndose claramente que a medida que iban aumentando los precios del ganado las extensiones pratenses eran cada vez mayores, pero en esto, como en el resto de los cultivos, nadie pretendió intensificar la producción, es decir, en el área disponible obtener mayores rendimientos, sino que todo sigue a merced de lo que la naturaleza quiere dar. Al principio fue muy general la creencia de que los trabajos que se hacían en los prados no compensaban económicamente; hoy está fuera de duda el creer que no sólo se puede duplicar el rendimiento de un prado sino triplicarlo.

Toda mejora en ésta, como en las demás ramas de la industria agrícola, debe atender, generalizando, a los siguientes extremos: Selección de las semillas que se han de emplear, labores cuidadosas y oportunas, extirpación de malas hierbas y aumento hasta donde la economía lo permita, de la fertilidad del terreno por un abonado racional e intenso.

Los prados para dar el rendimiento debido, tienen que dejar de ser lo que en la actualidad son: tierras abandonadas con escasa o mala preparación cultural; si bien – repetimos – ocupará menos gasto y trabajo que otros cultivos que son merecedores de mayor consideración. Aparte del abonado, suele a veces ayudárseles con “agra d’herba”, residuos de paja. Esta práctica no es nada recomendable, ya que un prado nuevo, sembrado con semillas de esta procedencia, no viene a ser más que una reproducción fiel de los demás prados, si malas hierbas tienen, malas las tendrá el nuevo, cosa que es esencial eliminar, y eso no se consigue sino seleccionamos con gran escrupulosidad las semillas a emplear.

Frecuentemente se oyen quejas de que las malas hierbas invaden los prados, quizá sin darse cuenta que el procedimiento de siembra antedicho facilita mucho esas invasiones. No vamos a ocuparnos ahora de la extirpación de las malas hierbas, para no extender demasiado estas líneas, pero sí hemos de decir que en este asunto son y mucho más seguros y fáciles los procedimientos preventivos que los los curativos.

Y ahora vamos a tratar, muy ligeramente, de los abonos que en más convienen a los prados.

Todos los elementos que integran el organismo animal, y sus productos derivados se hallan contenidos en la hierba. Entre los muchos que lo forman vamos a destacar cuatro, los más importantes: la potasa, el ácido fosfórico, el nitrógeno y la cal. La potasa influye favorablemente en la formación de los nitratos de carbono (grasas, azúcares etc.). El ácido fosfórico también en estos y en las substancias albuminoides. Un alimento rico en cal contribuye a la buena formación del esqueleto, siendo, además, la cal un gran correctivo de las condiciones del terreno e indispensable para la multiplicación y actividad de los microorganismos del suelo, que tan favorablemente influyen en la fertilidad del mismo. Finalmente el nitrógeno es la clave para la formación de las proteínas, produce un aumento de la vegetación, acelera el crecimiento de las plantas y estimula un desarrollo vigoroso de las raíces, que alcanzan la mayor profundidad en el suelo, pudiendo así luchar más venturosamente contra los periodos de sequía o falta de humedad.

Para obtener hierba de buena calidad son necesarios el ácido fosfórico y la potasa, y si a la calidad ha de unirse la cantidad, finalidad perseguida en todo, por toda industria, el nitrógeno es indispensable.

El uso de la cal como abono ha estado relegado durante mucho tiempo.

Y todo ello fue motivado a que se empleaba sola y en cantidades desproporcionadas, dando efectos buenos en un principio, pero muy agotadores. Un refrán sintetizó entonces su uso: “la cal y las margas (enmiendas calizas) enriquecen al padre y empobrecen a los hijos”.

ALEJANDRO SELA

 (Continuará)

La Biblioteca y la Agricultura

El Aldeano

Publicado en: El Aldeano. 15-9-1931. Páginas 1-2

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(«La Biblioteca y la Agricultura»: Ponencia de Alejandro Sela en la Reunión de la Biblioteca Popular Circulante de Castropol, realizada el 6-9-1931) 

EXORDIO

De los temas tratados en esta reunión de los que revisten mayor importancia y transcendencia, es el referente a las relaciones de la Biblioteca con el pueblo agricultor relaciones que a más de ser culturales han de sentarse en un fin primordial: el de la profesión agrícola.

Las bibliotecas rurales – llamemos así a las que están en los pueblos en que domina la masa agricultora – han de nutrirse en parte de tratados de agricultura, sin excluir, naturalmente, la materia que tienda a instruir y a completar los conocimientos que la sociedad moderna exige. El agricultor del occidente asturiano procede en sus trabajos tan rutinariamente, como sus antepasados, que casi podemos decir que desconoce su oficio, si se tiene en cuenta el estado actual de la verdadera agricultura. Hay, pues, que darle medios para conocerlo. 

La causa de que el labrador no haya mostrado interés en acudir a libros y revistas a consultar sus cosas, es debido al desconocimiento que tiene del lenguaje agrícola, y del poco trato que tiene con elementos que le inviten a hacerlo así. El lenguaje de esta comarca es tan marcadamente regional y tradicional, que las prácticas nuevas de trabajos agrícolas y modificaciones que se hacen constantemente no llegan aquí debido a eso: al abandono del noticiario agrícola. 

Considero que una práctica de las más útiles, en los tiempos actuales, sería el desarrollo de cursillos, cuyo principal objeto, además de enseñar procedimientos nuevos, conduciría a evitar los errores que antes dije: familiarizar al labrador con el lenguaje agrícola, ponerlo en condiciones de comprender una conferencia y de sacar provecho de explicaciones de elementos de autoridad, que algún día pueden acercarse a nosotros. 

De esta forma, acercándose a los labradores, a su propio ambiente, exponiéndoles las cosas con palabras claras, es como se consigue que éstos pierdan el temor, que no miren con recelo todo lo que sea innovación de sus cultivos y procurando desterrar, aunque sea poco a poco, todo lo que no dé el rendimiento adecuado a las necesidades, que cada día son mayores. 

La Agricultura marcha a gran paso; lo que ayer fue considerado como perfecto, hoy es, en algunos casos, abandonado, y en otros, modificado con arreglo a los últimos descubrimientos o a las necesidades sociales y económicas de la comarca o de la región donde se explota un cultivo o un ganado. Por eso, por el constante progreso agrícola y ganadero mundial, seria inhumano abandonar al labriego a sus propias fuerzas, a sus anticuados procedimientos, a sus costumbres, a sus rutinas. 

Pero esta labor, cuyas riendas debiera llevar el Estado – cumpliendo así un elemental fin de devolver colectivamente los impuestos que recolecta – la acoge la B. P. C. pareciéndole al hacerlo, que contribuye a una obra muy útil, muy humana y muy sagrada: enseñar al que no sabe. 

Práctica recomendable.-

Antes de nada debo manifestar que todo lo que más abajo pueda decir está hecho teniendo en cuenta las no abundantes posibilidades económicas de la B. P. C. pues no creo conveniente hablar de cosas que, aunque sean de utilidad, no cabe en la actualidad alcanzarlas. 

Parécenos que en la escuela es donde principalmente debe iniciarse la labor del agricultor, de donde debiera salir, por lo menos, con afición a su oficio, y para ello, nuestras modestas indicaciones irán encaminadas a ese fin. 

A parte de los cursillos, de que ya anteriormente hablamos y que deben desarrollarse en las sociedades agrarias, consideramos de utilidad: 

Establecimiento de herbarios en las escuelas. Estos herbarios pueden ilustrar grandemente a los niños, han de estar de modo que cada planta tenga una nota explicativa referente a su cultivo, abonos que conviene aplicarle y todos los datos que indique la conveniencia de trabajar dicha planta. Como estos herbarios son fáciles de hacer, puede el alumno reproducirlos conjuntamente con la nota explicativa y llevarlo a sus casas, para consultar el día que fuera necesario lo que de cada planta pueda interesarle. Deben colocarse en los herbarios las plantas que sean características de la región, o las que siendo desconocidas, puedan introducirse con probabilidades de éxito. Las plantas forrajeras son interesantes todas; plantas mejorantes del suelo; plantas que pueden enterrarse en verde como abono etc. etc. 

Muestrarios de insectos y animales útiles a la agricultura para que sean protegidos y lo mismo de las dañinas para combatirlos. 

Muestras de plantas con enfermedades y procedimientos elementales de prevención y cura. 

Muestrarios o figuritas de diversas clases de ganados con sus principales características lo mismo vacuno que de cerda, lanar y de todo el que pueda interesar a la región. 

Mapas de estadísticas agrícolas y gráficas de producciones. Fomento del cultivo de los árboles, principalmente del manzano para hacer sidra, poniéndose de esta manera a tono con el resto de la región, porque no ha de ser todo trabajar para comer, sino que hay que trabajar algo para beber. 

También pudiera ser de alguna utilidad muestras de abonos. Para ello no es necesario más que unos frasquitos, donde se coloca una pequeña cantidad de abono: con una nota explicativa acompañando a cada frasco se puede saber fácilmente a que plantas es útil tal abono. Esta, bien pudiera tenerse en las sociedades agrarias o en las escuelas. 

Este mismo procedimiento puede seguirse con las semillas. 

ALEJANDRO SELA

Vilavedelle 22 de agosto de 1931.

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Mejora de la ganadería

El Aldeano

Publicado en: El Aldeano. 15-6-1931

Los éxitos mejor logrados de la ganadería corresponden, en la actualidad, a los obtenidos por procedimientos de la mejora, selección etc. puesto que, en ganadería, como cualquier industria todo se hace con mirar a una superación debido a las competencias y demás exigencias que el carácter de la época actual impone. Y al que quiera competir con los productos de sus ganados tiene que desterrar por completo la rutina y acogerse a todo lo que pueda darle una luz de ventaja y progreso.

En la parte central y oriental de Asturias hace ya tiempo que los agricultores, sin descuidar los demás menesteres agrícolas, se preocupan grandemente de la mejora ganadera, porque saben que tienen en ella un gran porvenir, cosa que no toman con tanto calor los agricultores de la parte occidental. Para ello se han dotado primeramente de un gran espíritu societario, prestando toda incondicional ayuda y entusiasmo o sus asociaciones, espíritu que se consolida ahora con la lectura de diarios, revistas y obras que tratan del asunto.

No es que por esta parte carezcamos de sociedades, ni mucho menos de buenos elementos que dirijan y orienten éstas; pero es tal la dejación de muchos labradores y la negligencia con que proceden, que hemos visto en sociedades de esta comarca, juntas generales a las que no concurren más de un tercio de sus socios, siendo así que los mejores deseos y aspiraciones de sus juntas directivas se ven debilitados por la falta de calor y aliento de sus consocios, que, por otra parte, muchos de ellos, están gozándola en las tabernas.

Y no es que estas abran precisamente – digámoslo en su honor – el mismo día que se convocan juntas generales, sino que tienen libertad diaria hasta bien entrada la madrugada ¡Y todavía no llega!…

En el concurso de ganados celebrado por la Asociación General de Ganaderos de España, en la Casa de Campo (Madrid) en mayo del año pasado, por más que hemos buscado, no hemos encontrado ningún ganado que perteneciera al concejo de Castropol, habiendo brillantes representaciones de casi todos los demás concejos de Asturias. De Aller, pueblo del partido de Pola de Laviana, hubo una vaca que sacó dos primeros premios, y de los demás pueblos infinidad de reses que sacaron primeros premios de su clase, dato que por sí sólo basta para demostrarnos que nuestros paisanos de un poco más allá no se descuidan de uno de nuestros principales problemas. Cuidan mucho estos paisanos de la selección de sus ganados, así como de los cruces llevando, con la cooperación de los sindicatos, registros genealógicos, donde anotan el padre y la madre de una res, procedencia de estos y todos los datos que puedan servir posteriormente para indicar la conveniencia o no de seguir explotando dicha res. AsÍ, naturalmente no son de extrañar los premios que obtienen en cualquier sitio que se presenten.

Sigámosles, ya que no podemos marchar al par con ellos, en la seguridad de que pronto los cogeremos, y luego que los alcancemos, marchar todos juntos para obtener una Asturias grande y próspera.