LA SEMANA VITIVINÍCOLA.
5-2-1972. Mi aplauso a “Vino, amor y literatura” de Alejandro Sela
Por Raimond Aguiló Bartolomé
SOY uno entre los muchos que habrán tenido en sus
manos este libro, y al igual que su autor de digo: “Cuando adquiero
conocimiento de alguna novedad, es más fácil para mí escribir sobre ello que
callármelo”. Por mi parte sólo quiero aquí comentar la obra del señor Sela y elogiarla, aunque sé que no soy
el primero en hacerlo.
Tal vez sea preciso, para aquellos que los
desconocen, hacer mención de los otros dos libros del autor: Hacia la ría del Eo y De vuelta del Eo, que se mencionan en la
solapa del libro que comento ahora. Aquellos dos han tenido muy buena crítica y
se han agotado sus ediciones.
Alejandro
Sela es un hombre entero y unido al vino por los lazos del amor y de la
literatura. Sus artículos, que viene publicando desde hace tiempo en LA SEMANA
VITIVINÍCOLA, los pasea con gozo en su libro por toda España. Incansable
conquistador de bodegas, hombre de gusto refinado, sibarita de la vida, sabe
apreciar como nadie el buen vino y la belleza, sea ésta de un paisaje, de una
soleada mañana de Sitges. Vino, amor y literatura es una
dedicación especial a la mujer española. Este hombre de cualidades
excepcionales es un Romeo en el amor, un Quevedo con la pluma y un Baco con la
copa. Yo lo doy por afirmado, es una mezcla de estos tres personajes, una
mezcla fuerte que hace explosión en su magnífico libro, que en el mes de
diciembre último consiguió un premio especial en el XVI Concurso Nacional
Periodístico sobre el Vino, celebrado en Barcelona.
Comienza el autor con un prólogo a manera de
justificación: “Me propongo escribir con un lenguaje de paseo”. Efectivamente,
sus largos viajes de contemplación y exploración por rutas de vinos, así lo
afirman: “El que se decida a leer este libro verá que mi intención es llamar al
pan, pan, y al vino, vino”. Su escritura es clara y precisa, sin rodeos,
llamando a las cosas por su nombre.
Alejandro
Sela, perito agrícola, técnico en la materia, divide su libro en dos
partes, La vid y El vino, en las que trata de variedades, enfermedades de la
vid, injertos, plantación del viñedo, abonos, mostos, clarificaciones,
filtración, defectos de los vinos, clases de éstos, etc., todo ello de interés
técnico para los profesionales de la vitivinicultura. Sigue una vuelta por
España efectuada en abril de 1969, partiendo de Navia, pasando por Burgos y
adentrándose en tierras de Rioja y Aragón con un alto, por supuesto, en
Cariñena, y de allí, a través de una ruta flanqueada de cepas, llega de noche a
Falset. Por supuesto, quiere visitar las tierras del Priorato: Gratallops,
Vilella Baja, Marsa, Tarragona, Reus. Y de aquí al Penedés, con parada en su
capital, Vilafranca. Esto sólo para dar una idea al lector del recorrido tan
detallado que efectúa en cada localidad, hablando de las cosas que más le
impresionan en cada una, siempre con seriedad y alguna que otra vez salta una
chispa de humor. Su veloz viaje le adentra después en tierras de Valencia,
donde hizo una pausa en LA SEMANA VITIVINÍCOLA. No podía ignorar La Mancha.
Recorre las tierras de Andalucía y termina en Jerez, donde cree estar, tal como
dicen algunos, “como el pez en el agua”.
Sigue a este peregrinaje una serie de capítulos en
que nos habla de Estebanillo González, Quevedo, La Celestina, etc., que dan al
libro un sabor de variedad sin salirse de la línea. Termina el libro con un
nuevo paseo por zonas del vino.
Castroviejo arrancó del folklore gallego esta
encantadora estrofa:
“Si queres tratarme ben
dame viño do Ribeiro,
pan trigo de Rivadavia
nenas do Chan de Aomeiro”.
Yo la extraigo del libro de Sela, así como una botella de “ví bó” para saborear mejor Vino, amor y literatura.