Publicado en: Vino, Amor y Literatura (1971)
Es posible que haya mucha gente por España que no sepa que en Asturias hay vino. Pues sí, lo hay. Se produce en tres zonas. En Pelorde y Pesoz, en la cuenca baja del Navia, en San Antolín de Ibias y sus contornos, y en Cangas de Narcea y pueblos de su Ayuntamiento.
Al objeto de tomar el pulso a esos pueblos por su producción vitivinícola, un día de septiembre último – 1970 – resolví hacer un viaje de conocimiento. Tomé, en Navia, la carretera de Grandas de Salime y, a unos cincuenta kilómetros, está Pelorde. Poco después, Pesoz. No me detengo mucho. Esta zona la conocía de antiguo. En Pelorde hace vino Pepe de Barcia. Y en Pesoz, Álvarez Linera.
Ahora viene lo bueno. Llego al puerto del Acebo, ya dentro de la provincia de Lugo, doblo a la izquierda y me meto por el municipio de Negueira de Muñiz. Hay nieblas y, además, llueve. Y la carretera, de algún modo hay que llamarla, es estrecha y pésima. Cruzo un puente sobre el río Navia y entro de nuevo en Asturias. Me detengo en Marentes y visito a un vinícola, José Antonio Fernández Arias. Me recibe encantado y me obsequia por todo lo alto.
Más tarde paro en San Antolín y en Cecos. Y “veo” sus viñedos y sus vinos. Y subo un puerto de 1.315 metros. El Couño. Y aquí me detengo a hacer meditaciones un poco filosóficas. Las montañas asturianas son más bien montañas rusas…
Bajo el puerto, por el otro lado, y me doy cuenta de que, a la derecha, hay un bosque fantástico. Es Muniellos.
Llego a Ventanueva, y respiro. Ahora la carretera parece una sala. Más abajo está Cangas de Narcea, donde me detengo a comer con vino del país. Y hago algunas visitas.
Los vinos asturianos tienen un denominador común. Son flojos. Pero hay tinto y blanco. Y no está comercializado. Cada productor lo hace para sí y, acaso, para algún amigo. Y de ahí no pasan. Pero noto en los cosecheros su afán de pervivir. Quieren mantener una tradición.
Se cultivan en Asturias algo así como ochocientas hectáreas de viñedo.