PRODIGIOS DEL EO. 2016

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PRODIGIOS DEL EO. 2016. D.L. : As 4.024-2016. Imprime: Imprenta Gofer. Pág. 30 – 31

Por, Antonio Masip Hidalgo

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Nuestro Pérez de Ayala, de no menor poética y cultista, hablaba de «la región de la húmeda niebla de oro» lo que, en determinados anocheceres eotos, es más verdad que metáfora, cuando Ribadeo, desaparecido en la neblina, enciende sus áureas luminarias urbanas. El juez Alejandro Sela, desde Vilavedelle, veía, lo mismo que nosotros, «acorde de amarillos», incluso antes de la luz halógena, predominante hogaño en tardes mágicas. La pureza de lo dorado tiene, para Sela, un contrapunto líquido, de lengua de plata.

Mediavilla vuelve sobre parecida imagen caleidoscópica: el aire se llenó de cenizas que ascendieron de manera que el sol dejó de brillar quedando reducido a un círculo opalescente.

Ernst Jünger, decano de los escritores europeos, con el que Aida y yo mantuvimos animado encuentro, buscaba el campo para renovar sus grises.

Vicente Loriente Cancio, en el BIDEA, destaca la visión de Sela, juez/testigo, pintor, escritor, cuando el Eo y el Occidente eran menos conocidos.

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REVISTA DEL DESCENSO. Agosto 2013. Centenario de Alejandro Sela

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REVISTA DEL DESCENSO. ASOCIACIÓN AMIGOS DE LA RIA DE NAVIA. Agosto 2013. Centenario de Alejandro Sela

El 14 de febrero de 1911 (el día de los enamorados, solía resaltar él) nacía en Vilavedelle (Castropol) Alejandro Sela, uno de los componentes de un grupo de amigos que acertó a crear en la Navia de mediados del siglo pasado un ambiente cultural que cabe recordar con añoranza.

Procede pues dedicarle un recuerdo de aniversario y para ello, se reproduce a continuación uno de sus artículos, escrito y publicado en agosto de 1958 en un folleto titulado «Navia», que ilustró Álvaro Delgado

El texto, que nos parece encantador, tiene un exquisito toque de ingenuidad que nos transmite sensaciones muy próximas a lo que sería el arte naif en la pintura, pero por encima de todo, muestra un excelente dominio del lenguaje literario, que A. Sela siempre puso de manifiesto en toda su obra.

Texto: NAVIA; 19580800 Folleto Turístico NAVIA.

REVISTA DEL COLEGIO DE MÉDICOS DE ASTURIAS. Julio-2008. Vida y obra de Alejandro Sela

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REVISTA DEL COLEGIO DE MÉDICOS DE ASTURIAS. Julio-2008. Comentario a la vida y obra literaria de Alejandro Sela.

Revista del DESCENSO. Agosto 2003. Alejandro Sela: Recuerdo y Comentarios.

Por, Venancio Martínez Suárez. Pediatra.

Para tener idea cabal de una figura debe encontrarse la distancia adecuada, justa; no demasiado próxima, para que descubra su luz y sus sombras, sus relieves o veladuras. Así, se nos define la unidad y totalidad de las cosas, su valor y medida, su contenido y su forma compacta. Y en la vida del hombre la distancia la da el tiempo – los días o las horas para sus circunstancias personales, los años para su interpretación total-.

Alejandro Sela falleció en su casa de Navia hace 25 años, una mañana de domingo, el 28 de octubre de 1982. Había nacido en Vilavedelle (Castropol) el 14 de febrero de 1911. Su padre, natural de Seares, emigró a Méjico, donde permaneció un tiempo hasta que ya maduro retornó al terruño familiar para casarse. Alejandro fue el segundo de tres hermanos, aunque el primogénito falleció prematuramente – a los doce años – probablemente por una angina diftérica. El mismo Sela preadolescente fue enviado a Fonsagrada durante algo más de un año para reponerse de una afección tuberculosa. Este acontecimiento pensamos que debió de ser decisivo en sus inquietudes humanísticas, como ocurrió con un sinfín de apasionados lectores que han cuajado en los dilatados retiros prescritos para los procesos neumotísicos en el primer tercio de siglo. Encontramos otra explicación a sus inclinaciones literarias en la labor pedagógica de la Biblioteca Popular Circulante de Castropol, fundada en 1912 por un grupo de jóvenes universitarios que denuncian la situación de ignorancia del pueblo, no sólo por el gran número de analfabetos existente, sino también por la falta de curiosidad de los que no lo son” (1). Ya repuesto cursó el Bachillerato Elemental en el Instituto General y Técnico de Lugo en régimen de alumno libre entre 1923 y 1927. Ese último año ingresa en el Instituto Agrícola Alfonso XII de Madrid, finalizando sus estudios en la Escuela Profesional de Peritos Agrícolas de Moncloa en 1930. Sabemos que el 24 de junio celebra una cena de fin de carrera con compañeros y profesores en un restaurante de la Dehesa de la Villa que funcionaba como sucursal del famoso “Antigua Casa de Botín”. En abril de 1931 todavía permanecía en Madrid, desde donde envía un telegrama al periódico castropolense El Aldeano – firmado también por Claudio Penzol y otros allegados al proyecto periodístico – felicitándose por la proclamación de la II República. De vuelta a Vilavedelle ejerce como agrimensor y asesor de las pequeñas explotaciones locales, si bien “los paisanos no entendían que hubiera que pagarle por ese trabajo a un chaval del pueblo”. Es posible que esta incomprensión, la legítima ambición y la confianza en su propia capacidad lo animasen a completar durante 1931 y 1932 el Bachillerato Superior en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Oviedo, también en régimen “no oficial no colegiado”. El 15 de junio de 1931 firma un contrato como profesor en la Escuela Agrícola “Pedro Murias” de Villaframil en Ribadeo. En septiembre de 1932 se examina y aprueba las cuatro primeras asignaturas de derecho en la Universidad de Oviedo, finalizando su licenciatura como alumno libre en enero de 1936 en convocatoria extraordinaria adelantada a la oficial y ordinaria de junio. Los años previos a la Guerra Civil Sela compaginó sus obligaciones universitarias con trabajos en los tribunales de Oviedo y cumplió el servicio militar obligatorio, del que fue licenciado el 5 de septiembre de 1933. En 1936 tenía veinticinco años y poseía dos títulos universitarios; todo ello preservando su vocación frente a las dificultades y sinsabores que parecían limitar su horizonte al apocado ambiente rural y campesino de aquella época.

Se incorpora a filas el 1 de octubre de 1936 con destino en el Regimiento de Infantería Milán no. 32 de Oviedo, donde permanece hasta el día 15 de noviembre del mismo año. Su vivencia de la guerra queda dramáticamente señalada por el fusilamiento de su amigo Rico Eguíbar, con el que se había cruzado en la calle apenas dos horas antes de que fuese capturado y ejecutado. Ejerce como abogado defensor republicano durante los primeros meses de la contienda y recibe la licencia definitiva en Villarrobledo (Albacete) el 10 de junio de 1939, según consta en el Pasaporte de Viaje a Vilavedelle.

En 1945 llega a Navia como Juez Comarcal, instalándose en el Hotel Mercedes. Contrae matrimonio con Doña Maruja Pérez Lobete – Inspectora de Sanidad y con farmacia abierta en la villa desde 1944 – dos años más tarde. Es frecuente en esas fechas su presencia en publicaciones de ámbito local y regional, ejerciendo el periodismo con notable desparpajo y elegancia, y explayando como cronista ocasional su pluma ágil en deliciosas entrevistas. Mantiene una entrañable relación de amistad con Justín el analista, Manolo Méndez, Álvaro Delgado – desde su llegada a Navia en 1955 -, el maestro rural José María de Miñagón y el notario Enrique Alpañés – hasta su marcha en 1957 -. Con ellos se desplaza en alegres excursiones por los pueblos de la comarca en busca de tipos, casos y cosas que le ayuden a «penetrar el fondo de estas tierras y sus gentes”. Ya en aquellos tiempos era habitual encontrarlo por la mañana en el Café Oriental – sentado al fondo del largo diván corrido con la capa española o la americana doblada sobre el respaldo de una silla y el sombrero a su lado -, donde proyectaba y trabajaba diariamente sus escritos, o esbozaba sus pinturas. Y verlo durante las mañanas calentar sus pies caminando en la parte posterior del parque mientras miraba a Campoamor “en efigie, estatuado en bronce”. Frecuentaba también el Café Martínez, cenáculo de tertulias eruditas, de chismes locales y conversaciones disparatadas, donde además podía vérsele solo o rodeado de algunos niños a los que impartía improvisadas clases de dibujo.

En el año 2000 la Academia de la Llingua compendia diez colaboraciones periodísticas en Gallego-Asturiano aparecidas en El Aldeano de Castropol entre 1931 y 1948 y firmadas bajo el seudónimo de Tío Pepe, con un breve y delicioso preámbulo crítico de Xosé Miguel Suárez. En estos escritos Sela habla por boca de personajes – tía Marica, Pepía del Peneireiro, Penelo y demás, a los que idealiza en sus modos y lenguaje, adoptando una actitud verdaderamente responsable ante el propio legado cultural. En su léxico y en su fonética oímos hablar a nuestros antepasados y a muchos de nuestros amigos, aunque la razón sentimental no puede distraer la calidad de su mejor creación literaria.

En la primavera de 1957 aparecen recopilados en Hacia la ría del Eo una serie de dieciocho “ensayos breves de amor y más cosas”, calificados de “admirables” por Gregorio Marañón, de “maravillosa colección de estampas” por André Camp y de “obra deliciosa” por José Vasconcelos; y que proporcionaron a Otero Pedrayo “momentos deliciosos y evocadores de la ternura y fuerza de las Asturias occidentales”. Incluye Salutación a un fresno, su artículo más conocido y personificación de un árbol que se refleja en el discurrir manso del río. La imagen es entonada por Alejandro Sela con un acento que destila una gran sutileza lírica y apuntala en dos versos de sendos sonetos de Quevedo, “príncipe de los literatos”, “fenomenal amador” y “extraordinariamente inteligente”. Cierra esta colección La Searila, «una historia de amor pleno, sublime”, publicada ya en 1955 en un ligero folleto junto a un escolio explicativo de Jesús Martínez.

En 1960 da a la prensa veintidós nuevos artículos editados bajo el epígrafe De vuelta del Eo, ilustrados por quince dibujos de Álvaro Delgado (de quien fue uno de sus primeros críticos públicos: “Esto es arte” afirmó adelantándose a otros muchos), y que como en la serie anterior persiste como tema dominante las especulaciones literarias sobre el amor, entreveradas con líneas de exaltación casi mitológica de paisaje físico y espiritual de su tierra. En ellos simula poseer una visión ingenua y sorprendida de pueblos, hombres y cosas, descubriéndonos las huellas que la vida y el tiempo habían ido dejando impresas en su corazón.

Son años en los que realiza investigaciones sobre los vinos españoles, lo que le permite colaborar en diversas revistas vitivinícolas (Dyonisios y La semana Vitivinícola). Uno de estos estudios fue premiado en el Congreso Nacional del Vino. En 1971 publicó Vino, Amor y Literatura, obra también galardonada, en la que se entremezclan consideraciones técnicas eruditas sobre enología con los frutos de sus constantes y pacientes pesquisas literarias sobre el tema. Sela plasma en estas páginas de literatura andariega – “con un lenguaje de paseo” – su propensión a la vida solitaria – de «monje exclaustrado”-, estableciendo una distancia entre él y las cosas, que muchas veces se traduce en ironía retórica, casi en socarronería.

En estos tres libros pone Alejandro Sela sus referencias literarias en los clásicos españoles. Son decenas las citas de Quevedo y algunas de Cervantes. Y significativo de su aprecio por San Juan de la Cruz y Santa Teresa es el viaje a sus tumbas en Segovia y Alba de Tormes transportando unos ramos de camelias recogidos en Viladevelle. La “tradición eterna legada por los siglos”, el interés por el paisaje como elemento sociológico, el gusto por lo tradicional y local, son marcas que surgieron de lecturas y continuos subrayados de Azorín, Baroja, Unamuno, y también de Ortega y Marañón, de quienes es patente la influencia estilística, de gusto y de ideales. Sus relatos muestran una actitud meditativa, con alusiones a la naturaleza desde una percepción sensitiva: recrea en sus escritos el momento del día, la estación del año, proyecta su talante melancólico sobre las nubes, el sol o las olas del mar. Utiliza la observación perseverante y aguda como forma de objetivarse, como excitante del conato artístico. Es lo que Pérez de Ayala definió como “la intervención telúrica”, la absorción y colaboración del ambiente en la obra creativa.

Alejandro Sela García pasa los últimos años de su vida aquejado de un pertinaz abatimiento depresivo, agravado por algunos problemas cardíacos premonitorios de la causa de su muerte. Sus restos mortales reposan en el panteón familiar del hermoso cementerio parroquial de Seares, a escasa distancia de la casa que le vio nacer y rodeado de los mismos paisajes que forjaron su forma de soñar y de entender el mundo.

Esta breve semblanza pretende aproximar al lector a la vocación definida y al denuedo ejemplar de un tipo humano extraordinario. Debiera, además, ser para todos un motivo de reflexión sobre el olvido. Ya dejamos escrito que los pueblos no pueden vivir de espaldas a su cultura. Y nos parece inexcusable que en ellos los días se desenvuelvan en la ignorancia de aquellos que dieron sus mejores afanes a la comunidad en que nacieron, vivieron o trabajaron. Porque sólo sabiendo y asumiendo nuestro pasado seremos plenamente nosotros. Y así cobra sentido la historia.

  1. Obra surgida por iniciativa del intelectual castropolino Vicente Loriente Cancio. Orientada por el ideario político reformista e inspirada por el modelo de la Junta de Ampliación de Estudios, contó con el apoyo del Ayuntamiento y la Diputación, obteniendo financiación mediante donativos de naturales del concejo emigrados a América, suscripciones y aportaciones particulares. Referencia: Domínguez Sanjurjo, M Ramona. La Biblioteca Popular Circulante de Castropol. 1921-1936. En Actas del Primer Congreso de Bibliografía Asturiana. Oviedo, 11-14 de Abril de 1989. Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud, 1992, II, pp.688-700.

LA NUEVA ESPAÑA. 22-11-2005. Sobre Alejandro Sela

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LA NUEVA ESPAÑA. 22-11-2005. Pág. 31. En tierras de la Searila

Por José Ignacio Gracia Noriega

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Pero el escenario más romántico de la ribera del Eo, ya encaminado hacia el mar, no está en Barres, sino en Seares, que en la primera mitad del siglo XIX pertenecía a Castropol, y ahora pertenece a Vegadeo. Seares, según escribe Alejandro Sela, “está enclavado en una hondonada que forman poblados montes de pinos, robles y castaños”. En un barrio de esta parroquia, el de río Seares, se encuentra una casa de regulares dimensiones “con traza de haber sido construida y vivida por gentes de condición social elevada – señala Alejandro Sela -. Hoy es una casa de labranza como cualquier otra, pero está muy deteriorada. A simple vista, sin embargo, se nota su ranciedad y su abolengo de origen”. Nos detenemos sobre ella, ya que se encuentra debajo del nivel de la carretera. Luis López, propone bajar por el prado, pero está lloviendo y yo repito lo que dice el filósofo de Nueva: “Andar por gusto…”. Este filósofo, en tiempos de la tejera, iba andando hasta Burgos, porque no quedaba otro remedio. Pero cuando ve a los “nuevos ciudadanos”, sudando el chándal por las “rutas del colesterol”, repite pensativamente: “Andar por gusto…” ¡Qué tontería y desperdicio de tiempo! Así que nos quedamos contemplando la “Casona” desde arriba. Esta casa perteneció a los Pérez Castropol, descendientes de un gobernador de Cuba durante la época colonial. En ella nació en 1814 Rosa Pérez Castropol, la romántica Searila, la mujer más bella de las dos riberas del Eo, famosa por sus amores con Antonio Cuervo, de Piantón, prometedor letrado que llevaba camino de hacer buena carrera política (la haría posteriormente, cuando se le hubo pasado el frenesí amatorio y necrofílico).Después del casorio entre ambos, Antonio Cuervo hubo de ausentarse. Según algunos, marchó a ocupar un cargo político en Santander, según Luis López, que prepara su biografía, perseguía por los montes a las partidas carlistas. En su ausencia murió la Searila de parto. Cuervo corrió a su lado, reventando caballos, y al saberla enterrada, la desenterró y le arrancó unos rizos; también le dedicó unos versos melancólicos y solemnes, que suenan a Poe:” Solitaria mansión del sepulcro,/ sólo en ti mi esperanza se encierra…”.

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LA NUEVA ESPAÑA. 18-1-2004. Sobre Sela

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LA NUEVA ESPAÑA. 18-1-2004. Pág. 104. Pérez de Castro, patrón del Eo

Por Eduardo Lagar

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– ¿Y qué le aporta tanta colección?

– No conozco otra cosa que dé más satisfacción personal que coleccionar. Conocí un juez (Sela) que coleccionaba sabores de vinos. Viajaba a cada bodega para probarlos justo donde se hacían. Le preguntaban que donde estaba su colección y él respondía: “La colección la llevo dentro”…/…

EL ALDEANO. REPRODUCCIÓN FACSIMILAR. 2003. Presentación.

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EL ALDEANO. PERIÓDICO DE INFORMACIÓN REGIONAL. REPRODUCCIÓN FACSIMILAR.

Excmo. Ayuntamiento de Castropol. 2003.

Presentación

Por Vicente Álvarez Areces. Presidente del Principado de Asturias

…/… Periódico comarcal más que local, decidido divulgador de los asturiano y de la modernidad de su tiempo, contó entre sus colaboradores con intelectuales de la talla de Valentín Andrés Álvarez, Pío Baroja o Eugenio D’Ors, pero también, y principalmente, se nutrió de colaboradores voluntarios que fueron personajes relevantes en la historia de la comarca en su tiempo, desde Alejandro Sela, a Vicente Loriente, por citar dos nombres…/…

Guía para Lectores e Investigadores

Por Xavier F. Coronado

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Redactores

La redacción de El Aldeano estaba integrada por un grupo de personas que también estaban implicadas en el proyecto de la Biblioteca Popular Circulante. Todos ellos se conocían desde la infancia y compartían ideas e inquietudes.

Agustín García, Manuel Marinero, Franco Vior, Claudio Penzol, Pedro Penzol, Eduardo Canel, Victoriano G. Paredes, Antonio y Ricardo López, María Ramona Penzol, Paco Marinero y Alejandro Sela, entre otros, formaron parte de un consejo de redacción que nunca tuvo, como tal, una existencia real. Muchos de ellos residían fuera de Castropol, la mayoría estudiando en diferentes universidades, y se comunicaban con Vicente Loriente a través de cartas o telefonemas para enviar sus artículos, sugerencias o colaboraciones editoriales…/…

Artículos de firma

…/… Alejandro Sela fue otro de los redactores de El Aldeano y vocal de la junta de la BPC. En 1930, con apenas veinte años, se había licenciado como perito agrícola en la Escuela de la Moncloa, en Madrid.

A pesar de su juventud, desarrolla una gran actividad en estos dos proyectos. Para el periódico escribe una serie de ocho artículos en la fala popular del occidente de Asturias. Estos textos son ensayos etnográficos que relatan costumbres vinculadas a las labores del campo y las fiestas populares. El primero, “Os santurrois” (nº 30) está firmado con el seudónimo Fulano de Tal, y los siete restantes como El Tío Pepe. De todos ellos recomendamos la lectura del titulado “Os caleiros de Vilavedelle”, que relata la importancia de los antiguos fornos da cal, nos informa cómo se obtenía y lo necesaria que era esta sustancia en las labores del campo (nº 44). Estos artículos publicados en El Aldeano fueron recopilados y editados por la Secretaría Llingüística del Navia-Eo en un volumen titulado El Tío Pepe.../…

Textos en fala  

Entre los artículos y textos que llenan las páginas de El Aldeano encontramos algunos de ellos escritos en la fala popular de la comarca, una lengua con raíces asturianas y gallegas que se habla en la zona occidental de Asturias, desde la cuenca del río Navia hasta la ría del Eo. Son textos que constituyen una de las mejores colecciones de literatura escrita en fala. Relatos, editoriales, artículos de actualidad, poesías y cartas encuentran en las páginas de El Aldeano el medio para expresarse en el habla característica del occidente astur.

De todos ellos destacan los relatos, ya citados, que Alejandro Sela firma con el seudónimo El Tío Pepe. También hallamos editoriales como la serie “Aldeanadas”,…/…