NOTAS PARA UN RETRATO

Uncategorized

Notas para un retrato. 20-12-2011. Folleto literario

Por, Carlos Romero

Un día de la semana pasada encontré, entre papeles acumulados sobre la mesa, una fotografía. En ella estoy únicamente yo y mis circunstancias. Quiero decir que sé cosas que estaban pero que no se ven. En el retrato estoy sentado en torno a un velador de un café, tengo en mis manos un periódico, y la luz entra por un costado a través de un ventanal, desde una luminosa y solitaria calle.

Fotografía de Jesús Martínez Fernández

He mirado la foto con detenimiento y me han sobrevenido pensamientos sobre la realidad en ella reflejada. Uno de ellos me ha hecho llegar a la conclusión de que el aserto una imagen vale más que mil palabras es falsa. Por mucho que ésta diga hay cosas que simplemente mirando no se sabrán, por ejemplo, la fecha. Nadie ha tenido el afán de ponerla en el reverso. Ni tan siquiera el lugar en que está realizada. Ni quién la hizo. Todo lo que no se ve me ha decidido a escribir sobre esta holandesa: esta lejanía del árbol sobre la que redacto es una medida de papel caída en desuso. Ello me lleva a pensar que quizás estas notas debieran ir escritas en la fala propia para nun esqueizar lo noso. Más como temo que quien lea estas líneas, pasado el tiempo, tal vez no tenga conocimientos de ella es por lo que decido hacerlo en español.

¿Y qué puedo decir yo de lo que está pero no se ve? O mejor dicho: ¿cómo completar el retrato?

Portada del periódico que leía Sela en la fotografía.
LNE del 31-12-1964

Hay evidencias: el diario es La Nueva España. Sobre este hecho quiero dejar una reflexión. Me hubiera gustado tener entre mis manos otro periódico, me sabe mal quedar para la posteridad con esta cabecera de la prensa del Movimiento, de tan oscuros procederes. Me agradaría, en cambio, tener delante de mis ojos Las riberas del Eo o, mejor aún, El aldeano. En éste di mis pasos como escritor. Y en él, junto con la colonia castropolense en Madrid, manifesté con fervoroso entusiasmo la llegada de la segunda República. Corría, como se sabe, abril de 1931 y era joven, muy joven.

Otra evidencia que deja ver la imagen es que estoy con gafas. Y que otras descansan sobre la mesa. Desde que tengo presbicia los espejuelos se han vuelto un engorro. Unos para cerca y otros para lejos. Sí, ya sé que desde 1906, gracias a  Bentson y Emerson, hay cristales bifocales de una sola pieza. Pero…

También se puede ver un cenicero, sin mácula. Y esto podría hacer pensar al observador que el retratado no fuma. Además no hay humo. Pero estoy seguro, aunque ahora no lo recuerde, que fuera de foco abría una cajetilla de cigarrillos, rubios por su papel de trigo aunque de negro tabaco en su interior. Pitillos que llegaban bautizados, desde Alicante, con el nombre de Ideales.

La foto tampoco señala la hora del día en la que está realizada, si mañana o tarde. La ausencia de consumición sobre la mesa lo impide. Ni rastro de taza de café, ni de copa de uno de mis queridos vinos.

Si uno observa verá que estoy muy concentrado en la lectura, mirando con mucho interés. Pero he de decir que las más de las veces miro pero no veo. Podría perfectamente, en ese momento, estar mi mente en un verso de san Juan de la Cruz o de Góngora; o recreando mi infancia en Viladevelle; o sintiendo mi querido fresno como da sombra a los molinos harineros en el lugar de las Aceñas.

Tengo que decir que no hace demasiado tiempo del momento en que fue hecha la estampa y, sin embargo, hay cosas que no recuerdo. Por ejemplo, tengo dudas sobre el autor del disparo. Algo me señala que no ha debido de ser Álvaro, tan aficionado a la fotografía, el autor. Él es habitual de las cámaras de medio formato y la instantánea está en 35mm.

Es posible intuir, aunque no se conozca, que el lugar en que estoy retratado es un bar. Yo ahora quiero señalar que se trata del Café Martínez donde tengo tertulia y, a veces, niños a los que acerco al mundo de la pintura. También desde esa mesa siento la presencia de Campoamor en su hierática contemplación de la ría. Aprovecho para advertir que cuando escribo estas líneas estoy en el diván corrido del Café Oriental, tan caro para mí.

He tenido que abandonar estas notas por mis quehaceres y, sorpresas de la vida, un hecho habitual ha venido a darme luz. Como queda dicho la fecha no era visible y yo, la verdad, no me acordaba. Intuía por la clara y despoblada calle que podría ser, tal vez, algún domingo de agosto. Nada más lejos de la realidad. Acabo de regresar de una visita a casa de un amigo. En el zaguán, recién fregado, para no ser pisado, la limpiadora había extendido las sábanas de un periódico y, oh casualidad, era el mismo de la fotografía.

Qué lejos estaba mi percepción. Ni domingo, ni agosto: Viernes, 31 de enero de 1964. Estaba, en ese momento, camino de mis cincuenta y tres años, que habría de cumplir el 14 de febrero. Sí, ya sé que es un día señalado y, curiosamente, raro. El santoral, para la fecha señalada, habla de tres Valentín: Valentín de Roma, Valentín de Terni y Valentín, sin procedencia.

Al releer el texto he reparado en la expresión sábanas de periódico. Quisiera decir que se trata de planchas, correspondientes a cuatro páginas, que en el argot del periodismo son conocidas como de hoja grande, para diferenciarlos del tabloide. El papel es un elemento muy importante para mí. Vivo rodeado de papeles: a veces lucho para sortearlos, las más me dan refugio. Puedo decir que he dejado Navia, el pueblo donde está sacada esta foto, en los papeles. Más ahora me pregunto qué papel tendrá esta villa en el futuro. Será un papel digno o de segunda o tercera categoría. En fin… ¿Y el papel en si mismo tendrá futuro o se abandonará por otro material que desconozco? ¿Seguirá sirviendo para envolver, como ahora, incluso el bocadillo, empapando a éste de tinta? ¿Seguirá sirviendo, en las casas más humildes o en los bares de poca monta, como papel higiénico? Recuerdo como algunos chigreros cortan el papel de prensa en rectángulos y pinchados en un alambre los colocan en sus excusados, justo al lado del inodoro a la turca, es decir, sin taza.

Seguramente retomaré el tema. Según lo voy desarrollando estoy más convencido de que pasados los años esta fotografía no dirá ni la mitad de las cosas que hoy puedo señalar mediante este escrito.

También pienso que nunca estaré en un retrato. Yo, si estoy, será en mis escritos. Si nadie lo trastoca, al lado de esta carta y mi retrato se encontrarán dos opúsculos escritos por mí. En ellos estoy mejor representado, soy más yo.

EL agrimensor que habita en mí me dice que no hay herramienta, cámara fotográfica, que pueda definir con precisión a los seres humanos.

LA NUEVA ESPAÑA. 14-6-2014. UNA LEYENDA ROMÁNTICA.

Uncategorized

LA NUEVA ESPAÑA. 14-6-2014. Una leyenda romántica.

Por, Ignacio Gracia Noriega 

…/… Por otra parte, la recuperación de la Searila es de estirpe literaria: en 1955, Alejandro Sela y Jesús Martínez Fernández publican un folleto titulado “La Searila”, donde reconstruyen la historia de la infortunada Rosa Pérez Castropol. Poco antes o poco después, Casariego publica una hoja volandera que contiene un artículo suyo: “La Searila, una aportación asturiana al romanticismo español”, publicado previamente en la revista “Fotos”, la elegía del apesadumbrado viudo y la lista de los escritores asturgalaicos que en 1955 conmemoraron el episodio “con una lápida y un libro”: lista que abren Ramón Menéndez Pidal, Ramón Pérez de Ayala y el marqués de Aledo, y, los demás por orden alfabético, desde Dámaso Alonso a Ángeles Villarta. En rigor, el personaje verdaderamente romántico es Antonio Cuervo, vagando y clamando por los bosques y los acantilados bajo la luna llena: lo que probablemente sea la verdadera leyenda. En realidad, la Searila no hizo más que ser muy guapa y morir joven, o como dijo Paz Arredondas, la llevadora de la casona, según recoge Jorge Jardón: “Su única virtud fue haber nacido rica”.

“La Casoa” era “una casa de labranza, con traza de haber sido construida y vivida por gentes de condición social elevada”, según escribió Alejandro Sela hace casi sesenta años. Nunca fue una casa de gran envergadura, pero podía pasar por ser una casa importante en aquel medio rural. Hace unos veinte años Jorge Jardón describía su estado como “lastimoso”. Fue por aquella época cuando la visité, en compañía de Álvaro Delgado.

LA NUEVA ESPAÑA. 8-9-2013. MAPA LITERARIO DE ASTURIAS. Hacia la raya de Galicia.

Uncategorized

LA NUEVA ESPAÑA. 8-9-2013. MAPA LITERARIO DE ASTURIAS. Hacia la raya de Galicia

Por, Ignacio Gracia Noriega

…/…

Nos acercamos a las orillas del Eo. En su ribera derecha, en la aldea de Seares, perteneciente a Castropol, tuvo lugar una historia desesperada de amor romántico y necrófilo, la de la esplendorosa belleza local conocida por la Searila y sus amores con Antonio Cuervo, jefe político y ocasionalmente poeta, que Alejandro Sela y Jesús Martínez Fernández relataron en un folleto. El enamorado Cuervo, al tener noticia de la muerte de su amada, cabalgó desde La Coruña, desenterró el cadáver, le cortó unos cabellos y escribió una elegía que empieza: «Solitaria mansión del sepulcro / sólo en ti mi esperanza se encierra», que suena a Poe como para que sea posible sospechar una mixtificación …/…

ENTRAMBASAUGAS. Abril 2000. El Houcha

Uncategorized

ENTRAMBASAUGAS. Nº 13. Abril-2000. El Houcha. El Mondongo. 

Volvemos al periódico fundamental pra conocer cóndo empezaron de verda Os primeiros proyectos pra valorar a nosa fala: El Aldeano de Castripol. Y condo dicimos En Aldeano tamen dicimos a Biblioteca Popular Circulante Xa falamos en númaros anteriores del labor que fixeron el peteiro de mozos que taban vinculaos a estas duas asociacions pr’achegarse a cultua tradicional y trabayar na sua difusión 

Ún d’estos mozos era Alejandro Sela, que fora nacido en Vilavedeye (Castripol) en 1911. En acabando en Madrid os estudios de perito agrónomo, empezóu a publicar articulos sobre ganadeiría y agriculturla en El Aldeano. Era la miyora das condicióis de vida del labrador ún dos esmolementos da Biblioteca Popular Circulante y el periódico nun se chamaba asina de casualida. En 1930, con decinove anos, Sela xa empeza a escribir tamên artículos en gallego-asturiano, anque col alcuño de «El tío Pepe». Gracias a estas colaboracióis de ralo en ralo, temos un repaso muito bon dalguas das épocas del ano ben interesantes dende el punto de vista etnografico: Os santurrois, el mondongo, os caleiros, os esfoyóis, os casamentos, etc. Y, el qué mais importante, un mañuzo ben guapo d’articulos periodísticos na nosa fala. 

Dende Vilavedeve Sela axudóu nel llabor da Biblioteca tentando d’amañar alli úa seccion y fendo él mesmo dalgúas actividades como organizar sesióis de lectura de contos populares asturianos pra os sous vecios. Tamen axudaba nas actividades que se fian na villa de Castripol, por exemplo, actuando col bibliotecario d’alli, Agustin Garcia, na estrena del obra de guinol Xan da xata, na que foi a primeira representación con esta técnica teatral que se fexo na zona. Publicamos aqui el articulo d’Alejandro Sela titulao «El mondongo», que saliu un 30 de decembre de 1931 nel n° 54 d’El Aldeano. Faltanye acentos, sobran apostrosacióis y ten dalgún qu’outro equivoco, pero é normal: habia pouco ou nengún avezo d’escribir en gallego-asturiano y, xa eran muitas as erratas en castellano, al tipógrafo debianseye escapar agora muitas máis. Así y todo, publicámolo tal como saliu.

…/… El Mondongo

REAL ACADEMIA GALEGA. 7-9-2015. A Xeración galegoasturiana de 1936 (e II)

Uncategorized

REAL ACADEMIA GALEGA. 7-9-2015. A Xeración galegoasturiana de 1936 (e II)

Por, Xoán Babarro González

Os estilos literarios dos compoñentes deste grupo rexistran, no ámbito comarcal, uns trazos innovadores que os diferencian de autores vivos do Rexurdimento como poderían ser Conrado Villar Loza ou Antolín S. Mediante Ferraría. Nos novos xa albiscamos a pegada do modernismo, das vangardas poéticas e unha maneira diferente de contemplar o costumismo e o ruralismo.

Alejandro Sela, prosista que mantivo correspondencia con Otero Pedrayo, asinou cos pseudónimos «Fulano de tal» e «El tío Pepe» (o tipo popular que tamén dá nome ao quincenal fonsagradino O tío Pepe) unha serie de narracións sobre temas etnográficos e de costumes («Os santurrois», «El antroido», «El mondongo», «Os esfoyois», «El varexador», etc.) nas que é totalmente fiel ao sistema dialectal familiar, mesmo en formas con dobre opción fonética como non e nunvellos e veyoscando e cuandopara e prapra este e preiste ou no uso doutras minoritarias como a conxugación sobre feir (faer «facer»).

…/…

Por máis que, contemplados no seu conxunto, puider parecer escasa a súa produción, coidamos que son catro autores que manteñen acesa a musa vernácula e que, só por iso, merecen un particular recoñecemento e máis visibilidade nos dezaoito concellos galegoasturianos.

REAL ACADEMIA GALEGA. 24-8-2015. A Xeración galegoasturiana de 1936 (I)

Uncategorized

REAL ACADEMIA GALEGA. 24-8-2015. Xeración galegoasturiana de 1936 (I)

Por, Xoán Babarro González

A o longo desta década estanse cumprindo os centenarios do nacemento de moitos autores que X. L. Méndez Ferrín clasificara en De Pondal a Novoneira (Xerais, 1984) dentro da Xeración de 1936. De igual xeito, tamén conta o século para os galegoasturianos que agrupamos en Évos un amaicer guapo (Universidade de Vigo, 2007) baixo a mesma denominación; a pesar de responderen só parcialmente aos supostos contemplados por Ferrín e mostraren trazos que os singularizan como grupo. Desta póla galegoasturiana queremos lembrarnos de Alejandro Sela García (Vilavedelle, 1911 – Navia, 1982), Amador Fernández Mejeras (Ribadeo, 1913–1971), Francisco Fidalgo Villaveirán (El Franco, 1913 – Oviedo, 1998) e Ovidio Martínez Álvarez «Ovidio de Queipo» (Boal, 1915–1945), uns autores que viven nunha área xeográfica onde a lingua galega non gozou da progresiva unificación da escrita nin tivo un papel relevante na súa reivindicación a nivel comarcal.

Para aproximármonos á súa obra convén que nos distanciemos do momento presente, tan dirixido por organismos e institucións das dúas autonomías e tan condicionado por posicionamentos políticos de signos diversos. Cómpre situármonos nunha época en que as xentes da cunca do Eo e terras veciñas estaban unidas por lazos afectivos, económicos e de costumes, sen a presenza de elementos autonómicos xebradores. Neste «viejo condado de otro tiempo o minúsculo reino», como diría Álvaro Fernández Suárez, soportábase a miúdo o arredamento das respectivas capitais de provincia. Eran tempos nos que o orgullo de ser de Asturias non impedía manifestar a admiración por Galicia e o sentirse dentro da súa esfera lingüística e cultural; «en geografía, folklore, idioma, etc., etc., poco o nada nos diferenciamos de Galicia los asturianos occidentales» (El Aldeano, nº 89, 15-VI-1933).

Esa admiración aflora incluso en confesións sobre aspectos político-administrativos, como se deduce da crónica dunha representación en Castropol d’O pazo de M. Lugrís Freire, na que se manifesta que «para remate, se cantó el Himno Gallego, que fue escuchado de pie, como obligada cortesía a nuestros vecinos (y con más emoción, por algunos ‘irredentos’ simpatizantes)» (El Aldeano, nº 91, 15-VII-1933). Fidalgo chega a disertar en 1958, nun ciclo de conferencias organizado por Educación y Descanso no Hogar del Productor de Tapia de Casarego, sobre a quinta provincia galega no occidente de Asturias, punto tamén abordado nunha entrevista no nº 25 d’El Faro de Tapia (7-I-1958).

Coñecidos e amigos, e tocados polo activismo cultural das Misións Pedagóxicas e da Biblioteca Popular Circulante de Castropol, estes mozos participaron en diversos actos literarios, na divulgación da lectura, colaborando en xornais e mesmo contribuíndo na súa fundación. Sela publica en El Aldeano de Castropol; Fidalgo e Mejeras, en Atalaya das Figueiras, e os catro (varias veces coincidindo dous no mesmo número), no ribadense Las Riberas del Eo.

Os seus escritos atópanse espallados por publicacións varias, circunstancia que, unida aos inéditos e extraviados, ten dificultado o seu coñecemento. Hoxe en día, para a prosa de Sela contamos coa edición de X. Miguel Suárez, El Tío Pepe. Colaboracióis periodísticas en gallego-asturiano (1931-1948) (Academia de la Llingua Asturiana, 2000). Á poesía de Mejeras podemos aproximarnos a través da escolma de Félix Villares en Un alpendre de sombra e de luar. A escola literaria da Diócese de Mondoñedo-Ferrol (Biblos, 2007) ou do número de Amencer que lle dedicou ao poeta o Seminario de Santa Catalina en 2013. Tamén temos no prelo unha edición coa obra de Fidalgo e esperamos que o centenario de Queipo nos depare algo similar.

Os catro autores, a pesar de utilizaren a lingua do país na década de 1940, encontraranse mediatizados, como tantos coetáneos, pola nova situación política, que influirá en que Sela e Fidalgo afrouxen o cultivo literario, en que opten maioritariamente polo castelán e mesmo, como fan Queipo e Mejeras, en que asinen afervoadas loas ao novo réxime.