LA NUEVA ESPAÑA. 14-6-2014. UNA LEYENDA ROMÁNTICA.

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LA NUEVA ESPAÑA. 14-6-2014. Una leyenda romántica.

Por, Ignacio Gracia Noriega 

…/… Por otra parte, la recuperación de la Searila es de estirpe literaria: en 1955, Alejandro Sela y Jesús Martínez Fernández publican un folleto titulado “La Searila”, donde reconstruyen la historia de la infortunada Rosa Pérez Castropol. Poco antes o poco después, Casariego publica una hoja volandera que contiene un artículo suyo: “La Searila, una aportación asturiana al romanticismo español”, publicado previamente en la revista “Fotos”, la elegía del apesadumbrado viudo y la lista de los escritores asturgalaicos que en 1955 conmemoraron el episodio “con una lápida y un libro”: lista que abren Ramón Menéndez Pidal, Ramón Pérez de Ayala y el marqués de Aledo, y, los demás por orden alfabético, desde Dámaso Alonso a Ángeles Villarta. En rigor, el personaje verdaderamente romántico es Antonio Cuervo, vagando y clamando por los bosques y los acantilados bajo la luna llena: lo que probablemente sea la verdadera leyenda. En realidad, la Searila no hizo más que ser muy guapa y morir joven, o como dijo Paz Arredondas, la llevadora de la casona, según recoge Jorge Jardón: “Su única virtud fue haber nacido rica”.

“La Casoa” era “una casa de labranza, con traza de haber sido construida y vivida por gentes de condición social elevada”, según escribió Alejandro Sela hace casi sesenta años. Nunca fue una casa de gran envergadura, pero podía pasar por ser una casa importante en aquel medio rural. Hace unos veinte años Jorge Jardón describía su estado como “lastimoso”. Fue por aquella época cuando la visité, en compañía de Álvaro Delgado.

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