Publicado en: Inédito
En la dársena del puerto de Navia hay embarcaciones fondeadas.
Se ve alguna, gasolinera (a motor). Pero las más son botes.
El bote siempre tuvo para mí un gran valor simbólico. El bote es la vida…
Para ir en uno y andar por la otra… hay que remar.
Todo tiene que ser a pulso. Hay que sudar…
Pero… dejemos de filosofías de quincalla. La verdad es que esos botes, cada uno, tienen su vela blanca… Y el viento por ella, lo empuja y lo mueve.