Publicado en: Inédito
Una raposa iba andando por un camino. Y, subido a una pared, en una mañana soleada, había un gallo que cantaba. La raposa, con sus astucias, se las arregló para dar un salto y cogerlo con la boca. Y, en ella, lo llevaba hacia el monte para comerlo. El gallo iba asustado. Pero, para salvarse, se le ocurrió decir:
– Raposa, di que xele.
– Que xele.
Y, claro, al abrir la boca el gallo se escapó saltando y volando. Pasó el tiempo…
Otro día iba la raposa por el mismo camino. Y vio al gallo que cantaba en otra mañana de sol. Lo mismo que aquel día, la raposa lo atrapó. Y lo llevaba hacia el monte… El gallo recordó la frase salvadora:
– Raposa, di que xele.
Pero la raposa, con cautela, por lo bajito, sin soltar su presa, dijo:
Que xele
Que deje de xelar
De los mis dientes
No te has de escapar