Jumilla

La Semana Vitivinícola

Publicado por: La semana Vitivinícola. 18/25-9-1971

por ALEJANDRO SELA

Al norte de la provincia de Murcia, enmarcada por varias sierras, hay una zona vitivinícola, amplia, luminosa, cargada de historia y espiritualidad. Su denominación y capitalidad, Jumilla.

Jumilla y sus vinos no estuvieron, dentro del ámbito nacional, a la altura de sus reales merecimientos. Pero ahora y en el futuro hay que contar, en primera línea, con ellos.

En Jumilla, partiendo de una materia prima excelente – cielo y suelo – se trabaja y se estudia hondamente para dar un máximo rendimiento y la mejor calidad. Su fuerza arranca ya de antiguo, de los abuelos, de los tatarabuelos… Allí hay varias soleras de sangre.

Hace pocas semanas estuve en Jumilla. Por segunda vez. Y me entero… definitivamente.

Moscú, Budapest, Yalta. En estos lugares, en concursos competitivos, con medallas de oro, reconocieron las altas calidades de estos vinos. El “100 x 100”, el “Pura Sangre”, el de la cooperativa, el “Bullanguero”…

Desde el extranjero nos “avisan” de lo que tenemos en España. En su tiempo, los románticos alemanes nos avisaron de que teníamos un Calderón de la Barca.

Estos vinos, además, ya hace tiempo, son solicitados por Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica… Los solicitan países que hilan delgado en materias gustativas.

La cepa “Monastrell” es la madre del cordero.

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La vendimia se hace escalonadamente durante sesenta días. El clima da esta holgura. (Llueve unos 300 litros por metro cuadrado y año). Pero el Consejo Regulador marca el comienzo de esta vendimia.

Y aportan uva a la capitalidad otros municipios colindantes: Montealegre, Fuente Álamo, Tobarra, Hellín, Ontur, Albatana…

Un ejemplo entre muchos: La casa Carcelén. En ella se elabora a base de antiguas soleras. Su director actual – jefe de una cooperativa familiar – es un eslabón en una cadena histórico-genealógica.

En esta casa he visto una clarificadora mecánica que funciona con polvo de diatomeas. ¿Sabed ustedes lo que es esto? ¿Si? Pues yo no.

Contornean la zona jumillana, como dije, varias sierras. La de las Cabras, la Larga, la del Carche, la del Buey. Y más.

En lo espiritual el monasterio franciscano de Santa Ana lo preside todo. Y en él un Cristo de Salzillo.

Un castillo, en la altura, domina el pueblo. Y hay restos arqueológicos por aquí y por allá. Capiteles, cerámicas, armas. Y en estos restos, dibujos y grabados de racimos de uvas. Lo que nos indica claramente su ejecutoria de nobleza vitivinícola.

Pero esto no es todo. Hay lugares jumillanos con pinos. Y olivos y cereales. Y frutales: albaricoque y melocotón.

Vale la pena darse una vuelta por Jumilla. Es un trozo de España que tiene “ángel”.

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