Publicado en: Inédito
Así como el
caracol, durante el invierno, vive acurrucado en los escondrijos de las paredes
de las huertas, así esas lanchas pasan el letargo invernal en el puerto de
Navia.
No se ha dejado ningún cabo suelto. Están sin vida, casi inmovilizadas. Si sube la marea, ellas suben. Si baja la marea, ellas bajan… En su interior hay frío, hay humedad. Hay óxido en los herrajes.
Están juntas,
dijérase del brazo, como si fueran mujeres cuando van por la calle.
En la
primavera los caracoles salen con sus cuernos orientados a ganarse la vida… Las
lanchas también salen con su único cuerno que es frágil, sutil, de humo. Unos y
otros han cogido vigor. Las lanchas hacen arar en el mar en esa labor de agricultura
que deja una estela de ondas en forma de ángulo que, cada vez, se ensancha más.