Los vinos de Cáceres

Inédito

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Los vinos de Cáceres son, para mí, una realidad…Y una esperanza.

En Montánchez, hace dos meses, una tarde apacible, hablando con unas mujeres algo más que encantadoras, probé el único vino de marca que allí se elabora: El de las Bodegas Galán. Vale la pena ir a Montánchez. El vino en su aroma, sabor y efectos da una medida muy digna de atención. Para mí fue sorprendente. 

Y, además, aproveché la oportunidad de estar allí para comprarme un jamón. De este jamón, al fin y al cabo extremeño, no hay nada que decir. Está dicho todo. Con el de Jabugo (Huelva) y Trevélez (Granada) forma el trío de la jamonería española. Un trío de ases. 

Montánchez es un pueblo de montaña. Y, en su cima, tiene un castillo. Roquero, por supuesto. 

Pueblos circundantes de Montánchez lo son: Alcuescar, Arroyomolinos, Torre de Santa María, Salvatierra, Valdemorales, Valdefuentes, Almoharín… 

Bien. Las cepas que más se cultivan por estos lares son la Borba, la Cayetana y Pedro Ximénez. La primera, La Borba, da uvas de piel muy fina y de sabor dulce. Se cree que es la mejor. 

Se vendimia a través de octubre. Y los mostos fermentan con casca. (Galán sin ella). Pero lo más notable en los vinos de la zona es la aparición por julio y agosto de una nata blanca sobre la superficie de los caldos. Revuelven estos en tal ocasión con un palo. Y así – dicen – el vino es mejor. 

Según me dice un bodeguero estas natas – serán levaduras de flor – las vio en su tiempo, Don Juan Marcilla, y quedó maravillado. Pero no me dijo más. 

Circulé por muchos pueblos de la provincia de Cáceres y probé vinos realmente buenos pero sin marca. Citaré algunos: Jarandilla, Jaraíz de la Vera, Plasencia, Montehermoso, Coria, Logrosan, Trujillo, Miajadas, Zorita, Berzocana… En todas partes le dan a uno lo que imprecisamente se llana vino del país. 

Cáceres, está claro, necesita que el Estado le eche una mano para poner esto a punto, para su estudio y orientación. Como sea. La materia prima, excelente, está esperando. 

Se me dijo en Montánchez que recientemente se constituyó una sociedad limitada con el nombre de Galán y Berrocal. Ella va a emprender una labor profunda para elaborar vinos de las mejores calidades. Esperemos.

Yo, al llegar a la provincia de Cáceres, me encontraba realmente acoquinado. Recordando lecturas históricas me daba cuenta que allí vivieron los romanos y que dejaron obras maravillosas. (El puente de Alcántara tiene más de setenta metros de altura). Y que en las mismas tierras nacieron heroicos conquistadores que llevaron por el mundo civilización, religión y cultura. 

Y yo, hasta ahora, no hice nada de particular. Soy un ser gris. Pero después de tomar unos vasos de vino de Cáceres se me elevó la moral y me dije, recordando a Cervantes: de los hombres se hacen los obispos y no de las piedras. Pienso que todavía estoy a tiempo para hacer una obra romana o para conquistar un país de infieles…  Cuidado, después de probar los vinos cacereños no se puede decir: De esta agua no beberé

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