CASTROPOL: REFERENCIA EN DIVERSIDAD. 2017. Edita: Ediciones Tantín. Impresión: Gráficas Ápel (Gijón). D.L.: SA-460-2017; ISBN: 978-84-947158-4-6; Pág. 150-151
Por, Antonio Cuervas-Mons García-Braga
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Los Caleiros de Vilavedelle
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Según Alejandro Sela (14 de febrero de 1911 – 28 de octubre de 1982; escritor, perito agrícola y juez Comarcal), los vecinos de Vilavedelle simultaneaban el trabajo de labradores con el de los caleiros. Este era un trabajo duro y penoso. La primera acción consistía en extraer la caliza de la cantera a pico, ya que prácticamente no había pólvora, para a continuación transportarla en carros tirados por bueyes. Otra faceta era ir al monte a por toxo o tojo para utilizarlo como combustible hasta su calcinación en el horno, podía estar ardiendo hasta tres días, la caliza se transformaba en polvo o cal. El tojo se traía de los montes próximos a Grandallana y también se transportaban en carros. El lugar de los caleiros como ya se indicó en líneas anteriores se conoce como A Taraxe, en sus proximidades hay un muelle desde el cual se transportaba en barcazas o lanchas principalmente a Ribadeo y Vegadeo.
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