Publicado en: Vino, Amor y Literatura (1971)
En el mes de septiembre de 1967 se me ocurrió dar un paseo turístico por Cataluña. Al acabar de comer en Igualada tomamos – me acompañaban dos hijas – la carretera de Vich. Aquí hay bastante que ver y que comer. (Me refiero al salchichón). En Moyá nos detenemos. Y es que en esta villa, en cierta ocasión, el doctor Marañón pronunció una conferencia Sobre el árbol o algo parecido.
En Ripoll, en el Monasterio, hay un pórtico que compite con el de Santiago de Compostela.
En Olot, a donde llegamos por la tarde, estaban de fiesta. Era el 8 de septiembre. Y vimos la procesión y el desfile de unos caballitos saltarines que, naturalmente, no conocíamos. Y también vimos su museo de pintura.
En Bañolas, al día siguiente, cuando el sol salía, en torno al lago, todo era paz y belleza.
Entramos de “arribada” en Rosas. Y aquí decidimos “limpiar fondos” durante tres días.
Como el tiempo era estupendo y la playa ad-hoc, los tres nos bañamos en aguas de Rosas.
Pero otro día se me antojó dar un paseo por la zona vitivinícola del Alto Ampurdán. En Perelada encontré unos vinos, de mesa y espumoso, que no sé cómo encarecer. Bien. Si algún día se le ocurriera a Sofía Loren venir a España para conocerme – y me temo que no va a venir – yo la invitaría a comer una fabada asturiana con vinos de Perelada. Tengo la seguridad de que, después de conocerme a mí y probar el convite dicho, volvería a Italia haciéndose cruces…
Los pueblos de la Costa Brava estaban atiborrados de turismo internacional.
En Barcelona me emociono un poco. Recuerdo que, de chaval, estuve allí viendo la Exposición Internacional. Ya ha llovido. Alguien me dice si conozco los vinos de Alella. Tengo que confesar que no. Pasé muy cerca y no lo sabía. Pero remedio la cosa comprando unas botellas en una tienda. Debo ir a Alella en otro viaje. Vale la pena.
Estuvimos en Villafranca del Panadés, Valls, Santa Creus, Montblanch, Poblet… En todos estos lugares adquirí vinos para “estudiar” en mi laboratorio particular.