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En tanto que los vecinos de Navia duermen, Álvaro Delgado vela. Así ha de ser si quiere recoger los momentos del mayor silencio y quietud. Esta calle, vieja calle, la calle Real, comienza en la plaza de las Armas y desemboca en la Puerta de la Villa.
A uno le apetece decir en voz alta, evocando tiempos idos: ¡Son las dos en punto… y sereno!