Publicado en: Inédito (*)
Hace un año, aproximadamente, vi en un periódico diario un artículo sobre alcoholismo. Lo firmaba un médico. Decía que, en España, había un millón de alcohólicos. Pero reconocía que no había estadísticas.
Semanas más tarde, en el mismo diario, un periodista en otro artículo decía que en España había millón y medio de alcohólicos.
Después, meses después, en el referido diario otro médico escribía que en España había dos millones de alcohólicos.
Ahora, con fecha uno de noviembre, una revista de difusión nacional dice lo siguiente:
«Existe en España la escalofriante cifra de dos millones y medio de alcohólicos, cifra aproximada y calculada con una cierta benevolencia. Lo que supone que cerca de diez millones de personas están, directa o indirectamente afectadas por este problema».
Otra revista femenina de estos días – noviembre de 1.972 – en otro artículo dice: «En nuestro país se registra la considerable cifra del millón y medio de alcohólicos…».
En el supuesto de que uno de estos artículos diga la verdad, ya es suponer, los demás no la dicen. Y, si faltan a ella ¿Qué se pretende? ¿Es que se va a curar el alcoholismo español a base de afirmaciones demasiado frívolas? ¿Qué dirán los extranjeros que lean esto? ¿El fin justifica lo que se dice? No lo creo.
Los artículos referidos que hablan de alcoholismo no hacen referencias muy concretas en lo que se refiere a la bebida. Pero lo cierto es que las ilustraciones, las fotos que los ilustran, traen siempre botellas de vino.
La primera revista mencionada, por ejemplo, ilustra el artículo con dos fotos de un pobre alcohólico y a su lado, en las fotos, sendas botellas de vino.
La última revista ilustra su artículo con una gran foto de una señora bebiendo en porrón. Que tiene vino, claro.
Así pues según esos señores o señoras escritores el alcoholismo procede del vino. Solamente.
A mí me parece que hacer afirmaciones así, a la ligera, es escribir con mala uva.
Si vino quiere decir alcoholismo, o al revés, habría que reconocer que el Gobierno Español fomenta el alcoholismo. En el año último, no olvidando lo que se produce en España, importó vino de Argelia.
Va siendo hora de que se nos diga la verdad. El que la sepa, claro.
Convendría, además, que se especificara la clase de alcohol. Los que lo son del vino o los que lo son de anís o coñac. Y los que lo son de la coctelera o del whisky. Las nuevas generaciones, siempre más inexpertas, deben saber a lo que se exponen si beben. Pero en serio.
Declaro, por mi honor, si se me cree que yo no conozco ningún alcohólico del vino. Y vivo inmerso en la vida social como cada hijo de vecino. ¿En qué región o regiones viven los dos millones y medio de alcohólicos? Admito que los haya. Pero ¿Cuántos?
Estamos a dos pasos de que se diga que el productor o el vendedor de vinos se dedica al tráfico de estupefacientes. O de drogas.
Aclaro. Yo no vivo vinculado, ni directa ni indirectamente, a ningún negocio de vinos. Estudio vinos como amateur. Y bebo con prudencia lo que compro. Y creo que me hace bien.
Por otra parte, como español, me interesa mucho que no haya alcoholismo. La salud nacional nos interesa a todos.
(*) Posiblemente publicado en “La pámpana de Baco” en 1972, según refiere el autor en el artículo “El vino y el alcoholismo”, publicado en 1973, en “La Semana Vitivinícola”.