Publicado en: Inédito
A uno le gustaría ser una persona culta. Pero no en sentido que se suele dar a esta expresión. Yo deseo ser culto en una especialidad: En vinos españoles. Pero no va a ser posible. La razón es clara: No encuentro libros que me faciliten lo que busco. No los hay, la verdad.
Hay, sí, libros técnicos. Pero estos no me interesan. Yo no quiero ser elaborador de vinos. Esos libros técnicos interesan a los que quieren ser profesionales con su conocimiento. Solamente.
Hay, sin embargo, una zona vinícola española que es una excepción. Jerez de la Frontera. Los vinos jerezanos tienen una bibliografía muy completa. Y, si uno quiere, puede enterarse. Con solo citar dos libros de Jerez ya digo la verdad. Estos: El Pemartín y el G. Gordon.
Cataluña, por ejemplo, tiene ocho o diez zonas productoras de vinos de primera calidad. Pero no hay ningún libro que nos lo explique. La historia de los vinos catalanes me gustaría conocerla. Pero… Es curiosa. En Cataluña hay buenos vinos y muy buenos escritores. Pero el tema ni tienta a estos. No hay tampoco lo que se pudiera llamar ensayos sobre el vino…
El tema es gordo. Ortega y Gasset se dio cuenta y nos lo dijo, que el problema del vino es cómico. Pero no le dio, por lo que sea, por estudiarlo. No hace mucho llegó a mis manos un libro editado en Bélgica que se titula “Connaissance du vin”. Su autor: Constant Bourquin, filósofo.
Yo creo que el vino puede ser un problema intelectual o un problema tabernario. En España creo que domina este concepto del vino.
Es curioso. En toda reunión afectiva o humana, el vino está presente. Bodas, bautizos… actos solemnes, homenajes.
Los intelectuales españoles, que da la casualidad que toman vino en su mayoría, no les seduce el tema de escribir de vinos ni de pensar en ellos.
A los buenos periodistas españoles, a los de los grandes diarios, no les tienta tampoco la idea de conocer y hablar de vinos. Nos hablan de fútbol, de toros, de lo humano y lo divino. Pero no de vino.
El tema del alcoholismo que también convendría estudiar lo tratan en la prensa al turuntuntun. Y los periodistas se dedican, sin grandes meditaciones, a dar palos de ciego. Y quién es la víctima de esos palos… ¿quién va a ser? El vino… solamente el vino.
Los maitres y los bodegueros en general de los grandes hoteles están en ayunas en cuanto al conocimiento del vino. He hecho investigaciones en este sentido. En todas partes me sueltan el mismo disco… Y esto me encalabrina. Y yo soy enemigo de la discografía vinícola.
Claro que escritores importantes hablaron con simpatía de ciertos vinos españoles. Pero la simpatía, por sí sola, no es conocimiento… El conocimiento supone estudio y meditación.
Pero ¿qué van a hacer?, ¿qué libro pueden estudiar?
En mis viajes he visto que los vinateros están dominados por la idea comercial. Y lo comprendo. El comercio es vida. Se oye hablar mucho de promociones. Pero también es vida el estudio espiritual de las cosas. La verdadera y perdurable fuerza está en el espíritu.
Las revistas vinícolas dicen, con frecuencia, cosas interesantes sobre vinos. Pero estas revistas no se venden en los quioscos. Nadie compra una revista de vinos para leer en el tren ni en sus vacaciones.
Un libro es algo que queda…