Algo digno de ver

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 8-12-1957

Hay cosas que deben saberse y que, por tanto, deben contarse. Vale la pena…

Hace días sin saber cómo ni cómo no, me enteré de algo que llamó mucho mi atención. Supe que en Navia había un barco de guerra. Así como suena. .

Pero, bueno, un barco de guerra… en miniatura. Un barco de guerra… para tiempos de paz. Lo ideal.

Lo vi. Está muy bien. Quedé maravillado.

Y esto es lo que debe saberse, lo que yo quiero contar.

El barco de guerra se llama Navia. Es una reproducción exacta de otro Navia de verdad que pertenece a la Gloriosa Marina de Guerra Española. Y que anda por los mares, poco más o menos, cumpliendo con su deber.

Hay que poner en antecedentes. Hace dos años largos, los hizo en Septiembre, vino a Navia un dragaminas de nuestra Marina oficial, acabadito, recién construido. Y que había sido bautizado con el nombre de Navia. Al saberlo las autoridades de esta villa le ofrecieron, de regalo, la bandera de combate. Y esta es la razón de su venida. La de abanderarse.

Muy bien. El dragaminas, a pesar de su calado, por un acto de pericia de su capitán, penetró en la ría y fondeó en el muelle con gran limpieza y soltura. Como si fuera un pesquero de Puerto de Vega.

Con este motivo hubo en Navia fiestas oficiales y particulares. Y etc. etc.

Marcelino Fernández Luceño con su dragaminas «Navia»

Pues bien, un hombre joven de Navia, Marcelino Fernández Luceño, se emocionó con la venida del dragaminas y se enamoró de él. Cuando se está casado, y Marcelino lo está, uno puede permitirse ciertos lujos…

Pero no se vio correspondido. El dragaminas se fue y Marcelino para vengarse y dar satisfacción a su amor, se le ocurrió una idea feliz. Hacer un navío a imagen y semejanza del “ingrato”.

Dicho y hecho. Con una escasez de medios que asombra, trabajando en las noches de dos inviernos, Marcelino tiene hoy en su casa el dragaminas Navia. Sencillamente, se valió de una lima, un taladro de mano y un soldador. Y media docena de fotos y un simple croquis. Nada más. Todo el barco es metálico, de alambre y chapa. Y tiene un motor eléctrico que funciona con pilas.

Conviene saber, además, que Marcelino no es un técnico en construcción naval. Pero ahí está el mérito. Su profesión, de la que vive, se ocupa en asentar partidas en el Debe y el Haber de los libros de una entidad bancaria.

José Ortega y Gasset dice en uno de sus libros que la división más radical que cabe hacer en la humanidad es esta, en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre si mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva.

Marcelino no es una boya a la deriva. Es lo otro.

Y gracias a eso tiene en casa su amor. ¡Como quien no dice nada!

Navia regala una bandera

Eco de Luarca

Publicado en: Eco de Luarca. 25-9-1955

La Marina oficial española tiene un barco más, nuevo, un dragaminas, el «Navia». Fue botado al agua en el mes de julio de 1953, en La Carraca, San Fernando, y entregado a la Marina en el mes de mayo último.

El Ayuntamiento de Navia, a propuesta del consejo local de Falange Española Tradicionalista y de las Jons, y para corresponder a la atención de bautizarle con el nombre de esta villa, acordó ofrecer a este nuevo dragaminas su bandera de combate y una placa de plata. Y el ofrecimiento fue aceptado gustosamente por el Excelentísimo señor Ministro de Marina, don Salvador Moreno.

Conseguido esto, se quería, además, que el barco viniera a abanderarse aquí, y vino.

Para el día 18 de este mes de septiembre, en la marea de la tarde tenía anunciada la llegada. Y una multitud de gentes, procedentes de pueblos próximos y de la villa, se juntó en torno al muelle, aprovechando las alturas, para contemplar la entrada en la ría del nuevo y airoso dragaminas. Serían las cinco de la tarde, cuando dobló el Cabo de San Agustín. Inmediatamente enfiló la boca de la «barra», y sin titubear, se metió río arriba hasta alcanzar el muelle.

Entre tanto la multitud hervía de entusiasmo y emoción. Barcas y lanchas de toda condición, engalanadas con banderas y gallardetes, escoltaban al buque visitante. Sobre la cubierta de éste, caballeros marinos, firmes y serenos, contemplaban el cordial recibimiento que se les daba. Estallaban cohetes, se oían músicas, y bellas naviegas, vestidas de asturianas, daban una nota de típico colorido en una tarde soleada…

LA BANDERA

El día 19 amaneció hermoso. Un día más de los que hacen el encanto de los veraneantes en Asturias. A las doce y media, en el muelle, al lado del dragaminas, el párroco de Navia  don Ramón Rodríguez, oficiaba la misa anunciada. Le asisten de acólitos dos cabos de a bordo. Ocupan el lugar preeminente, la madrina de la bandera, doña María Luisa Martinez de Suárez, muy elegante, con mantilla española, y el comandante de la nave, teniente de navío, don Eduardo Velarde Díaz, y en la presidencia oficial, don Amador González Posada, comandante de Marina de Asturias, don José Fernández Rodriguez, alcalde de Navia, don Jesus Alvargonzález, comandante de Marina de Luarca, seguidos de otras autoridades y personalidades. Marineros en posición de firmes, Falanges Juveniles con igual postura y miles de personas, oyen en las inmediaciones el santo sacrificio.

Concluido éste, el señor Alcalde se adelanta y pronuncia unas emocionadas palabras de ofrecimiento. También la madrina pronuncia otras muy sentidas; y por último, el comandante del buque, conmovido, da las gracias y pone de relieve el alto honor que se les hace. Acto seguido se verifica la entrega. Manos de mujer de Navia, delicadas, finas, pusieron en las de caballeros del mar la tela de raso de dos colores con el escudo de la Patria…

Al ser izada en el palo de popa, intensa emoción se apoderó de los presentes. Se dispararon los cañonazos de ordenanza. Se oía el himno nacional. Se dieron fervorosos vivas a España y allí se quedó flameando la nueva bandera, alegre, ilusionada…

El Comandante señor Velarde, asistido por su segundo, alférez de navío, don Pedro Pemartín de la Rosa y otros oficiales, obsequió con una copa de vino jerezano a los invitados.

Estos más tarde, se reunieron en cordial comida en el Hotel Mercedes, gentil regalo de la madrina.

En la tarde de ese día hubo fiesta completa en el parque, en tanto que muchas personas acudían al muelle a conocer, en su interior el dragaminas. Por la noche se celebraron verbena y baile en el Casino.

DESPEDIDA

A las seis de la larde del día veinte, el dragaminas «Navia», desatracó del muelle y se fue. Muchas personas acudieron a despedirle. Allá va, por los caminos del mar, conducido por manos de nobles españoles, hacia el cumplimiento del deber…

Lleva en el puesto de mando del comandante una imagen de Nuestra Señora de la Barca, patrona de Navia.

Ella lo guíe.

 "Características del Navia" 

Eslora.................................62,00 m
Manga..................................8,50 m
Calado..................................2,60 m
Desplazamiento..........................800 Tm
Potencia................................2400 HP
Velocidad..............................16 Nds
Armamento: 1 cañón del 101,50; 1 del 37; 2 ametralladoras del 20