Publicado en: Folleto turístico, Navia. Agosto-1956; Hacia la ría del Eo (1957)
Quizá sea fácil, después de poco trato, conocer el carácter de un individuo. Pero es indudable que el problema se dificulta mucho cuando se trata de precisar el de una colectividad o pueblo. En este caso hay que averiguar qué es lo que domina, si la gente buena o la mala. Determinar este predominio supone algún conocimiento filosófico o de sociología y haber viajado mucho. Como yo no me encuentro en este caso es claro que, al hablar de esto me encuentro metido en un brete. En general, el carácter de un pueblo se muestra al visitante según la situación de su bolsillo. Si lleva dinero en él, los pueblos son, normalmente, acogedores… Y si no, suelen mostrársele hoscos y duros. Esto es una verdad como un templo.
Es cierto que, con frecuencia, en los cafés o en los coches de línea, se oyen juicios sobre las bondades de los pueblos. Pero de esto que le dicen a uno no hay que fiarse mucho. Un juicio adverso puede estar motivado por circunstancias personalísimas. O, al revés, un juicio halagüeño.
Uno habla de un pueblo según le fue…o le va en él.
No se puede olvidar. También hay que tener en cuenta el carácter del que juzga. Hay quien quiere, al visitar un pueblo, que le dejen en paz, que no le den la lata. Y hay quien quiere que le den cháchara en cada esquina. A alguien, al preguntar por una calle, le gusta que le saquen el sombrero y lo lleven de la mano Y, por el contrario, hay a quien no le interesa esto, ni pregunta por calle ninguna.
A primera vista parece que yo me encuentro en muy buenas condiciones para apreciar el carácter de las gentes de Navia. Pero no creo que sea cierto. Si bien no soy nativo y, por tanto, debo verme libre de la pasión cegadora, por otra parte tampoco soy forastero, ya que, por mi residencia aquí, hace años que he dejado de serlo.
Yo he sido, en la juventud arrogante, visitante de Navia en días solemnes. Y siempre me dio, para pasarlo bien, buena acogida y trato cordial. Y por esta razón Navia siempre me tiró… Y a mis paisanos los de las riberas del Eo, les ocurre otro tanto.
Hoy, casi no hace falta decirlo, Navia se halla a la altura de los pueblos más adelantados.
Esta villa es comercial e industrial. Pero por tener mar y río también es veraniega. En estas calendas, por algo será, se ocupa toda. No queda una habitación vacía. Y esto, indirectamente, también quiere decir algo en favor de su vecindario.
En resumen, después de exponer las anteriores ideas deshilachadas creo que el carácter de las gentes de Navia es
¡Bastante bueno!