Publicado en: LAR. Agosto-1955
Navia es una villa que, en los años últimos, dio un fuerte estirón en su crecimiento. En Navia se construye, se hacen casas. Los particulares, a su modo, van comprando solares y edificando lo que necesitan. Y el Estado, por otro porte, a través de organismos adecuados, da la mano a los que, si no tienen bastante dinero, cuentan con buena voluntad para crearse lo ideal, un hogar propio.
Entre lo construido, lo nuevo, se destaca sobremanera, por su belleza y por sus fines, una obra ejemplar: el Asilo.
Éste, colocado bajo la advocación de Santa Rita y San Francisco, se halla situado en un barrio de lo más sano del pueblo, de orientación al mediodía: el de San Francisco. A sus espaldas tiene las huertas más productivas. Y por su frente, los prados más jugosos.
Fue levantada esta obra a expensas de lo dejado por doña Rita Vilaret Sardó, fallecida no ha mucho, nacida en Cataluña, y viuda de don Francisco Rodríguez González, natural de Boal. Este matrimonio vivió muchos años en América, donde le fue bien. Y a la hora del descanso aquí se vinieron. Y tal cariño tomaron a esta tierra, que en sus últimos momentos le dejaron a Navia lo que se deja a quien más se quiere: su herencia.
Tiene el Asilo, que se desea sea atendido por religiosas, una capilla amplia y dependencias holgadas, para dar acogida gratuita a diez y seis desvalidos y viejos pobres del municipio de Navia y, si hubiese sitio, del concejo de Boal. Y cuatro plazas más, de pago, para quienes, teniendo algún medio económico, y faltos del calor de un hogar, quieran verse atendidos en el declinar de su existencia.
Más adelante, si hubiera posibles, esta admirable institución puede ser ampliada cuando se necesite. Esta fundación, para que dé resultado, debe contar con el calor y lo ayuda de todo el concejo. El patronato que la rige así lo espera. El gesto de los donantes, al fin y al cabo no nacidos en Navia, y los fines que se persiguen, lo merecen.- A.S.