Publicado en: Inédito
El pico de Panondres domina a Navia. No se deja ver a diario. Se pasa mucho tiempo en coqueteo con nieblas que lo cubren. Álvaro lo cazó al desnudo. Las nieblas han dejado de ser tales. Se las ve en las alturas más blancas, más limpias. Son, ahora, nubes. Y se dejan acariciar por los rayos del sol. Viven una vida más suelta, más desgarrada, más etérea.
Lo que se ve de Navia es la parte de atrás de las casas, la más íntima, que da a la ría. Pero no se debe hablar. A lo mejor hay ropa tendida.